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El alcorisano Florencio Roselló, nuevo arzobispo de Pamplona: El alcorisano Florencio Roselló, nuevo arzobispo de Pamplona:
Vecinos de Alcorisa, con el alcalde a la cabeza, junto al nuevo arzobispo. Fernando Ruiz

El alcorisano Florencio Roselló, nuevo arzobispo de Pamplona: "En Navarra nadie se siente extraño y todo el mundo está en casa"

Al ordenamiento han acudido vecinos de la localidad
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El alcorisano Florencio Roselló ejerce como nuevo arzobispo de Pamplona desde su ordenación en la Catedral de la capital navarra, un acto solemne en el que el religioso mercedario tuvo palabras de agradecimiento y cariño hacia su pueblo natal. En su nueva tierra, donde “nadie se siente extraño”, se comprometió  a “desgastarse” por su Iglesia.

A las 10.30 horas, el arzobispo electo de Pamplona fue recibido en el atrio de la Catedral por las principales autoridades diocesanas y civiles, entre ellas el cardenal y presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cretense Juan José Omella. Ya en el interior, el templo estaba repleto de fieles que acudieron para dar la bienvenida al nuevo representante de la iglesia en Navarra, entre ellos decenas de alcorisanos que fletaron un autobús. También viajó el alcalde, Miguel Iranzo.

En la liturgia, que vino precedida del himno de Navarra, intervinieron el propio Omella –también arzobispo de Barcelona– como consagrante principal; Francisco Pérez, exarzobispo de Pamplona, y Casimiro López, obispo de Castellón. Además, Roselló estuvo acompañado de dos sacerdotes asistentes, el vicario general de Curia de la diócesis Carlos Esteban Ayerra y el provincial de la Merced en Aragón, José Juan Galve. Tras la ordenación y toma de posesión, Omella aconsejó a Roselló en su homilía que no olvide que es “arzobispo de todos los habitantes de esta Archidiócesis de Pamplona y Tudela, no solo de los católicos; no te dejes encerrar en las preocupaciones internas de la Iglesia, sino escucha atentamente los anhelos de nuestra sociedad, en particular, el clamor de los más pobres”.

A modo de broma, el cretense recordó al mercedario que en adelante oficiará misa entre rejas –las del altar de la catedral de Pamplona–, como en las últimas décadas ha hecho en las prisiones, últimamente las de la provincia de Castellón.

Precisamente, Roselló recordó que hace una semana “estaba celebrando la eucaristía en la cárcel” y se encontraba en la Catedral de Pamplona que le hace “sentir en casa”. “Esta es la Iglesia que quiero y que sueño. La Iglesia que igual vive su fe en una cárcel, en un caserío, en la catedral, en una parroquia, en un hospital o en un convento”.

Desveló que, el pasado martes, nada más entrar en Navarra, “besé el suelo e hicimos una oración” con la que “quise manifestar que me entrego por cada uno de vosotros y me entrego hasta lo más profundo, hasta dar la vida”.

“Vengo a servir, pero para servir hay que escuchar demandas, sensibilidades, resistencias”, añadió Roselló, quien afirmó que “también quiero escuchar al diferente, al singular, al que pueda mantener alguna diferencia conmigo, porque también a ellos me ha enviado el Señor”.

“Deseo que nadie en nuestra Iglesia se sienta discriminado y fuera de lugar. Nadie por su origen, por su lengua, por su sexo, por su ideología política, por pensar diferente, puede quedar al margen de la Iglesia”, defendió.

En su discurso, Roselló tuvo palabras de agradecimiento para sus difuntos padres, sus hermanos, la orden de la Merced y su pueblo natal. Allí “me he sentido respetado como niño, monaguillo, seminarista, sacerdote; siempre una sonrisa, un saludo, una conversación. Sois parte de mi vocación. Eso hace que pasee el nombre de Alcorisa por todos los rincones del mundo donde he viajado. Allí están enterrados mis padres. Siempre miraré Alcorisa con cariño”, expresó.