El 50% de la cosecha cerealista de los secanos del Bajo Aragón está perdida. La falta de lluvias en el final del invierno ha sido letal para las cosechas de cebadas, avenas y centenos. Los cereales, que pudieron germinar bien gracias a las reservas de agua que dejaron los temporales del otoño pasado, han visto ralentizado su crecimiento ante la escasez de lluvias, especialmente en las comarcas del Bajo Aragón histórico, donde las precipitaciones han caído en picado en los últimos años.
La campaña de siembra arrancó con optimismo entre los agricultores bajoaragoneses por las reservas del subsuelo. “Las avenas y las cebadas nacieron bien, pero enseguida nos encontramos con un enero completamente seco en el que no cayó ni una sola gota de agua, y así ha seguido en los meses consecutivos”, se lamentó el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), José Manuel Roche.