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Descubiertos en la mina de Santa María de Ariño los esqueletos más completos de tortugas primitivas del Cretácico de Europa Descubiertos en la mina de Santa María de Ariño los esqueletos más completos de tortugas primitivas del Cretácico de Europa
Región dorsal (izquierda) y ventral (derecha) del caparazón del holotipo (ejemplar de referencia) de la nueva tortuga primitiva Aragochersis

Descubiertos en la mina de Santa María de Ariño los esqueletos más completos de tortugas primitivas del Cretácico de Europa

Han servido para definir un nuevo género y una nueva especie
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Un nuevo hallazgo español arroja las claves para ampliar, drásticamente, el conocimiento sobre las tortugas primitivas. Así, un nuevo trabajo, publicado en la prestigiosa revista Cretaceous Research, presenta no solo los caparazones mejor conocidos a nivel mundial, sino también los esqueletos más completos de todo el registro europeo. Este trabajo está liderado por el investigador del Grupo de Biología de la UNED Adán Pérez García, especialista en el análisis de tortugas fósiles, y en él han colaborado varios investigadores de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis

El material de tortugas primitivas español que acaba de ser publicado procede de la mina de carbón Santa María de Ariño, en Teruel, bien conocida por su excelente registro fósil. Allí se describieron previamente varias nuevas especies de dinosaurios y cocodrilos, e incluso una pequeña tortuga de agua dulce, Toremys. Sin embargo, hasta ahora la presencia de grandes tortugas terrestres primitivas no había sido notificada en esta localidad fosilífera. El material analizado en el trabajo que acaba de ser publicado permite mejorar notablemente el conocimiento sobre los citados heloquelídridos, tanto aportando nuevos datos sobre la anatomía craneal, del caparazón y de otras partes del esqueleto de estas tortugas, como mediante la descripción de una nueva especie y género: Aragochersis lignitesta. Así, Aragochersis (“la tortuga terrestre de Aragón”) no sólo supone la tortuga primitiva mejor caracterizada del registro español, sino la más completa del Cretácico de Europa. Por lo tanto, a los descubrimientos realizados a lo largo de los últimos años en esta localidad turolense, que aportaban una nueva visión sobre las escasamente conocidas faunas de dinosaurios y otros vertebrados de la parte final del Cretácico Inferior, se suma ahora el de la nueva tortuga terrestre, permitiendo una visión más detallada de cómo sería ese ecosistema dominado por reptiles, hasta ahora exclusivo de Teruel.

Las tortugas son un peculiar grupo de reptiles, cuya apariencia difiere radicalmente de la de cualquier otro animal conocido. Habitualmente se tiende a decir que estos animales apenas han experimentado cambios a lo largo del tiempo. Sin embargo, durante más de 220 millones de años de evolución, este grupo ha sufrido importantes modificaciones. De hecho, aunque algunas de las especies que coexistieron con los populares dinosaurios tenían apariencia cercana a la de ciertas tortugas actuales, otras eran radicalmente diferentes. Entre estas últimas destacan las tortugas primitivas, muchas de ellas correspondientes a formas terrestres, de relativo gran tamaño, con caparazones de más de 60 cm de longitud. Dichas tortugas no habían desarrollado aún la capacidad de retraer la cola, patas o cuello dentro del caparazón, por lo que su protección frente a los depredadores se hacía de una manera diferente: esas regiones anatómicas estaban cubiertas por estructuras rígidas, muchas de ellas terminando en pinchos, que les otorgaban una coraza protectora.

El registro de tortugas fósiles español es uno de los más abundantes y diversos del continente europeo. Entre las distintas tortugas identificadas en España se reconocía la presencia de tortugas primitivas. Así, desde hace cerca de un siglo, se habían hallado restos fragmentarios de estas tortugas en niveles del Cretácico Inferior, especialmente en aquellos depositados hace unos 125 millones de años. Sin embargo, el conocimiento sobre estas tortugas era muy escaso, debido a ese limitado registro. Estas tortugas basales españolas correspondían a Helochelydridae, un linaje identificado tanto en otros lugares de Europa (especialmente en Gran Bretaña) como en Norteamérica, originado cuando ambos continentes estaban unidos y resultando en dos grupos aislados cuando comenzaron a separarse, mediante la generación del Océano Atlántico, durante el Jurásico. A pesar de la amplia distribución geográfica del grupo, los yacimientos con restos bien preservados de estas tortugas son muy escasos a nivel mundial. Sin embargo, el descubrimiento realizado en Teruel viene ahora a cambiar esta situación y ofrece uno de los mejores ejemplos, y más completos, de estos animales.