Cuatro ríos turolenses de la margen derecha del Ebro tienen el régimen hídrico alterado por embalses y regadíos
La Confederación Hidrográfica del Ebro analiza en un estudio los cambios que han sufrido los caudales a partir de su regulaciónLos ríos de la margen derecha del Ebro Aguas Vivas, Martín, Guadalope y Matarraña, en la provincia de Teruel, y el Jalón en la provincia de Zaragoza, tienen regímenes hidrológicos alterados aguas abajo de las principales infraestructuras de almacenamiento y de las derivaciones realizadas para abastecer a los regadíos. En las cabeceras, por el contrario, presentan regímenes de caudales próximos a los naturales.
Así lo pone de manifiesto un estudio realizado por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que analiza la alteración que han sufrido los caudales de los ríos de la cuenca del Ebro a partir de su regulación, llevada a cabo entre los siglos XX y XXI para el desarrollo económico de cada zona concreta. Este estudio ha determinado que las masas de agua tienen una muy baja alteración en las zonas montañosas, donde los usos de agua son reducidos, mientras que, conforme la población y los usos se incrementan hacia el centro de la cuenca, también lo hace la alteración del régimen hídrico.
El el caso del río Aguas Vivas, aguas arriba del embalse de Moneva y de su afluente el Moyuela, el estudio señala que ambos pierden gran parte de su aportación por infiltración hacia la masa de agua subterránea de la Cubeta de Oliete. La estación del Río Aguas Vivas en Blesa registra el caudal aguas abajo de la toma del canal alimentador del embalse de Moneva, cuyo primer tramo fue puesto en servicio en 1971. Este canal vertía sus aguas hasta 1991 al río Aguas Vivas agua arriba de la estación de aforo. En esa zona se ha registrado una disminución de la aportación después de la puesta en servicio de la toma del canal en 1971, mientras que otra estación aguas abajo registró un aumento del caudal hasta 1991 cuando fue dada de baja por las obras de prolongación del canal alimentador.
En relación al río Martín, éste presenta el aprovechamiento más destacable aguas abajo del embalse de Cueva Foradada. Se trata de una cuenca que cuenta con seis puntos de aforo, cuatro de ellos estaciones de aforo en río y dos de tipo embalse.
En relación a la alternación de los recursos hídricos, el estudio de la CHE ha determinado que se dan alternaciones variables, lo que puede obedecer a causas climáticas y al incremento progresivo de los consumos de agua. En este sentido, señala que en la estación del río Martín en Oliete se da una inversión de la estacionalidad de las aportaciones, de modo que estas son menores en los periodos que, de forma natural son más abundantes y viceversa, debido a la regulación introducida por el embalse de Cueva Foradada. No es el único caso en el que se da esta peculiaridad.
A pesar de que la cuenca del Martín presenta hasta tres embalses (Cueva Foradada, Escuriza y Las Parras), las infraestructuras de transporte apenas son dos: la acequia de Híjar y la de Samper. Asimismo, la cuenca dispone de tres estaciones hidroeléctricas.
El estudio de la CHE determina para esta cuenca que hasta la construcción del embalse de Las Parras en el año 2016 y la entrada en servicio de sus regadíos aguas arriba apenas hubo alteración en las aportaciones de agua.
Guadalope
El Guadalope es uno de los ríos de la cuenca que presentan mayor regulación. Además del embalse de Santolea (construido en 1932 con varios recrecimientos posteriores) esta cuenca cuenta con el embalse de Calanda (construido en 1982), del que parte el canal Calanda-Alcañiz, con una demanda de 42,6 hm3/año, y también el canal de alimentación de Valmuel, que aporta agua a La Estanca de Alcañiz (laguna modificada en 1944 y con una capacidad útil de 4,6 hm3), que, a su vez, tiene las demandas de 20,0 hm3/año en el Guadalope Bajo y en el Regallo y 35,3 hm3/año de los regadíos de Valmuel en el Regallo medio. En total, 98 hm3/año de demanda agraria. Además hasta su parada, y posterior demolición, cubrió las necesidades de refrigeración de la central térmica de Andorra (1981 - 2020). A los anteriores se suma el embalse de Caspe (construido en 1989 y con una capacidad útil 79,5 hm3). Este embalse regula la acequia de Civán, con una demanda agraria de 46,8 hm3 /año. Junto a todos los anteriores, habría que añadir el embalse de Gallipuén (1927, con una demanda agraria de 9,3 hm3/año) en el río Guadalopillo.
Según el estudio, se registran pocas alteraciones en las zonas situadas aguas arriba del embalse de Santolea (Pitarque y cola del propio embalse). Asimismo, el Bergantes, afluente del Guadalope, en Zorita, tampoco presenta alteraciones al ser escasas las demandas de agua de riego, y de igual manera la estación del Guadalopillo en Berge. Por el contrario, la inversión del régimen ejercida por la regulación en el embalse de Gallipuén es muy notable. Y en cuanto al río Guadalope en Alcañiz, se señala que hasta los años 30 la alteración era escasa, mientras que, posteriormente y hasta los años 80, se apreció una mayor alteración asociada a la puesta en funcionamiento del embalse de Santolea y a partir de los años 80 se incrementó la afección en consonancia con la construcción del embalse de Calanda. En este sentido, esta afección aumentó aún más debido al incremento de la demanda hídrica.
La misma tónica se sigue en la estación del Guadalope en Caspe, próxima a la confluencia del río con el embalse de Mequinenza, donde se registran unos caudales muy reducidos y regulares, especialmente desde la construcción del embalse de Calanda en los años 80, afección que se intensifica aún más tras su entrada en servicio en 1989.
Condicionamientos
En conclusión, el estudio manifiesta que el mayor condicionamiento al régimen hidrológico de las cuencas de los ríos Guadalope y Regallo corresponde a los usos para regadío y la regulación y canalización de las aguas asociadas. No en vano, los usos para abastecimiento e industria son de mucha menor envergadura, y algunos aprovechamientos hidroeléctricos presentan poca importancia con respecto a la alteración hidrológica.
En el caso del río Matarraña, la infraestructura más importante de la cuenca es el embalse de Pena, con una capacidad de 17,9 hectómetros cúbicos (hm3) y que desde 1974 cuenta con el canal alimentador desde el propio Matarraña. En esta cuenca la demanda principal es el riego que utiliza diversas acequias con tomas en la parte media y baja:
La estación de aforo situada en Beceite se sitúa aguas abajo de la toma del canal alimentador del embalse de Pena. En este sentido, el estudio pone de manifiesto como a partir de 1974, cuando se construye el canal alimentador, se da una disminución del caudal circulante.
En lo que concierne a la margen izquierda del Ebro, donde los recursos hídricos son mucho más abundantes, se dan distintas situaciones. El estudio señala que, por un lado se encuentran zonas con embalses y grandes regadíos que alteran los regímenes de caudales, lo que se manifiesta en el Gállego, los Arbas (que recogen retornos de riego), y con menor intensidad en los ríos Aragón y Cinca y afluentes. De la misma manera, encontramos cabeceras que presentan una fuerte presencia de aprovechamientos hidroeléctricos. Aún así, el documento técnico precisa que en el Pirineo y su somontano aparecen ríos con regímenes hidrológicos muy naturales.