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Callan los tambores y bombos en la Ruta ante la esperanza de la Resurrección Callan los tambores y bombos en la Ruta ante la esperanza de la Resurrección
El Sellado del Santo Sepulcro fue el momento culminante de la procesión de Alcañiz. Marcos Navarro

Callan los tambores y bombos en la Ruta ante la esperanza de la Resurrección

Alcañiz da la bienvenida al Nuevo Testamento tras el Sellado del Sepulcro en una procesión teñida de azul
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Los tambores y bombos de la Ruta dejaron este sábado de llorar por la muerte de Cristo ante la esperanza de la anunciada Resurrección. Esta “nueva era de los hombres” fue escenificada ayer en la plaza de España de Alcañiz con el Sellado del Sepulcro, una solemne ceremonia con la que concluyó la procesión del Santo Entierro y en la que los protagonistas fueron miles de tamborileros de azul.

“La Resurrección es la respuesta de Dios, es el sí rotundo y pleno de Dios a la persona de Jesús; es la victoria sobre la muerte, es la proclamación solemne de que el amor de Dios es más fuerte que el poder disgregador de la muerte”. Con estas palabras, el párroco de Alcañiz, Juan Esteban Montoya, cerró un acto del sellado del Santo Sepulcro colorista y con diversas capas sonoras que emocionó al público congregado principalmente en la Lonja, bajo los porches de la casa parroquial y en la subida a la iglesia de Santa María.

Pasadas las seis de la tarde, el ritual puso fin a la procesión del Santo Entierro, a cargo de la cofradía del mismo nombre, que comenzó dos horas antes con la participación multitudinaria de tamborileros vestidos con túnicas azules, el color por excelencia de la Semana Santa alcañizana. Los pasos del Cristo yacente y la Virgen de los Dolores protagonizaron el desfile, seguidos de la Burreta, la Verónica, la Oración en el Huerto y el Nazareno. Recorrieron la parte alta y baja del centro de la ciudad.

También desfilaron la guardia romana; las doce tribus; los cinco continentes; las hebreas y las sibilas; figuras bíblicas como Moisés, Abraham y la Samaritana; y las baturras, unas 300 que portaban las tortas previamente bendecidas como manda la costumbre de la cofradía.

Cerraba la procesión el párroco, varios monaguillos y los seis mayordomos –Ángel Pérez, Antonio Sancho, Rosa María Thomson, José María Pina, Fernando Roda y Vicente Dobato–, y el prior –Luis Navarro– de este año.

El río azul empezó a desembocar en la plaza de España sobre las 17:30 horas, con un estruendo de percusión que no cesó hasta que los pasos del Cristo yacente y la Dolorosa se ubicaron en un lugar preferente en medio del cordón ubicado la plaza y sobre las escaleras del ayuntamiento, respectivamente.

Los judíos sellan el sepulcro

Los responsables judíos, bajo la atenta vigilancia de los soldados romanos, sellaron entonces, por las cuatro esquinas, el Santo Sepulcro. Antes, habían cubierto el rostro de Jesús con una sábana blanca y con una tapa. “En estos momentos, el Viejo Testamento, representado en sus figuras, da paso al Nuevo Testamento con el mensaje del Evangelio”, pronunció Montoya.

“Las figuras del pasado rinden homenaje a Cristo, vencedor de la muerte”, recalcó el párroco. Los estandartes y banderas, símbolos de las tribus y las naciones, pasaron ante los pies de Cristo sepultado para agradecerle su gesto por la humanidad. Después pasearon ante él las sibilas, mujeres profetisas de otras religiones, inaugurando “la nueva era de los hombres”. Tras ellas, los patriarcas y profetas de Israel le dieron “culto de gratitud”.

“Y ahora somos nosotros los que, confesando la resurrección del Crucificado, terminamos este acto con la esperanza de nuevos horizontes de fe y de libertad”, leyó el párroco. “Y con el sentimiento del acto conmemorado, expresado en el clamor de llanto de nuestros tambores alcañizanos, ¡suenen los tambores!”. Entonces, la tierra volvió a temblar en Alcañiz, apurando las dos últimas horas de los redobles en esta Semana Santa antes del acto del cese organizado a las 20:00 horas por los Amigos del Tambor.