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Antonio Royo Albesa, Tambor de Oro de Calanda: Antonio Royo Albesa, Tambor de Oro de Calanda:
Antonio Royo Albesa abre las masas antes de Romper la Hora. Antonio García

Antonio Royo Albesa, Tambor de Oro de Calanda: "Intentamos ayudar a toda la gente y darle esplendor a Calanda y su Semana Santa"

El jefe de cocoteros dejó el bombo a un lado para abrir masas en el Romper la Hora y dignificar las procesiones
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La Junta Coordinadora de Semana Santa de Calanda distinguió a Antonio Royo Albesa como Tambor de Oro 2024 por su dedicación como jefe de los cocoteros. Se encarga de abrir las masas para que pasen las autoridades durante el acto de Romper la Hora y  vela por la pulcritud durante las procesiones. No toca desde hace años, pero atesora una gran colección de tambores y bombos y presume de calandino.

-¿Cómo llega el boticario del pueblo a ser jefe de los cocoteros de Calanda?
-Tengo 77 años y profesionalmente he sido el boticario del pueblo, como mi abuelo y mi madre. Unos años lo fue mi hijo, pero vendió la farmacia. Ahora dicen que soy el jefe de seguridad durante la Semana Santa. Nos preocupamos de que en las procesiones la gente vaya bien uniformada y guarde respeto, y algunos de nuestros muchachos dan vuelta por las afueras para que los amigos de lo ajeno lo tengan más incómodo.

-¿Cuántos son?
-Este año estamos 14 chicas y ocho chicos, casi todos quintos. Algunos repiten y, cuando llevan más de dos años, los hacemos profesionales, digamos.

-¿Por qué se les llama así?
-En tiempos, con unas cruces largas que se llaman cetrillos se les daba en el coco a los que se portaban mal, para avisar.

-¿Y qué tipo de avisos dan?
-Nos preocupamos de que no haya animalicos alrededor que puedan sentir estrés por el ruido. Si hay algún desmayo, también lo atendemos. Si intenta tocar alguien sin túnica, lo mandamos fuera de la plaza principal. En definitiva, intentamos ayudar a toda la gente y darle esplendor a Calanda y su Semana Santa.

-Todo el mundo puede tocar un tambor o un bombo en Calanda y en los pueblos de la Ruta, pero ha de ser con túnica.
-En Calanda, si no llevas la túnica morada no puedes tocar, por lo menos en la plaza. Es una imposición que se hizo después de que se uniformó la vestimenta. Después de la contienda civil hubo túnicas moradas, negras y azul celeste, cada uno usaba lo que tenía por casa. Luego se tiñeron y había túnicas que eran francamente poco dignas. Pero después se homogeneizó con el impulso que le dio Luis Buñuel a la Semana Santa de Calanda.

-¿Cuánto tiempo lleva abriendo las masas?
-Esto es relativamente moderno, unos 20 o 25 años. Pero el año 1968 hice el primer cartel de propaganda de la Semana Santa. El año siguiente hice una pegatina de la que se copiaron para hacer el monumento que hay a la entrada del pueblo, y la verdad es que siempre me han dejado jugar. Cuando me dieron el Tambor de Oro alguien me preguntó qué me parecía el premio y le dije la verdad, de corazón: “El premio es que me dejen hacer”. Y el día que no pueda hacerlo, o estoy muerto o poco menos. No entiendo la Semana Santa sin meter la pata y sin estar: antes muerto que no estar.

-¿Qué siente cuando se ve capaz de apartar las masas?
-Si con un simple silbato eres capaz de apartar a cientos de personas es señal de que te respetan. Pero es que el otro día me pasó una cosa muy curiosa. Iba de paisano y, cuando venía la guardia romana, me quise asomar donde estaba la gente para ver si había mucha y tal. Cuando me vieron empezaron a apartarse y seguí. Fue algo espontáneo, pero se apartaron igual. O tengo una cara de mala leche que para que, o la gente empieza a verme como una cosa que ahí está. Un año quise marcharme y uno me dijo: “Me juego una comida a que si toca otro el silbato no se apartarán”. Y dije: “Pues tendré que se seguir”.

-En la plaza hay más turistas que tamborileros.
-Sí, pero conforme llega la hora de Romper los cocoteros se encargan de ir apretando a los turistas contra las fachadas y dejan pasar a los tamborileros.

-¿Algún incidente serio?
-Hace dos años vino una cuadrilla de gente poco entendida de los sentimientos nuestros de Semana Santa y quisieron meterse con las penitentas, cantar una saeta cuando aquí no es costumbre y cosas de esas. Me puse delante de ellos. Había ocho. Solo hice que delante de ellos, parado, y se fueron. Solo les dije que aquí solemos respetar a todos, pero que nos gusta que nos respeten. Pidieron salir y les acompañé.

-¿También toca el tambor?
-La última vez que toqué el tambor fue Romper la Hora el año que mi padre falleció para que no se notara, pero se notó porque él tocaba muy bien y yo toco muy mal. Tengo 43 tambores y 11 bombos que guardan el polvo de cada año y ya está.

-¿A quién pertenecen o pertenecieron?
-Pues 31 tambores a mi padre y los bombos son míos. Y el resto, por seguir la tradición de vez en cuando compramos alguno.

-¿Y por qué ya no tocó más?
-Porque no me da tiempo. Ahora sacaré el bombo; romperemos, estaré un rato; a las tres sale la procesión del Pregón, hay que ir a buscar la virgen porque soy el hermano mayor de la Dolorosa; a las siete sale la Soledad y termina a las once. Me voy a dormir porque a las 8:30 del sábado sale otra procesión, y también tengo el privilegio de terminar los toques. Yo le digo al alcalde cuándo se rompe y cuándo se termina.

-¿Se toca cada vez mejor?
-La realidad es que cada año hay mejores tambores. Antes eran de piel y el plástico suena muy bien. La gente ensaya y eso nos lleva a ser mejores.