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Netflix se defiende de la competencia con superhéroes

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A.L.

Entre la independencia unilateral y el 155, seguro que muchas personas se refugiaron en los nuevos episodios de Stranger Things. Desde este viernes, Netflix tiene a disposición de sus usuarios la segunda temporada de la serie de ciencia ficción con estética ochentera que triunfó en todo el mundo el verano pasado. Como ya he escrito alguna vez, las vicisitudes interdimensionales de la cuadrilla de chavales de Hawkins (Indiana) se han convertido en una de las grandes referencias de la plataforma norteamericana. Por eso se ha promocionado con intensidad. En España han utilizado incluso a Leticia Sabater y Paco Lobatón (ochenterísimos) para protagonizar dos inspiradísimos anuncios, ya virales. 

Aún no he tenido tiempo de ponerme con lo nuevo de Stranger Things porque estoy inmerso de lleno en mi última “experiencia Netflix”, la que se ha creado alrededor de los cuatro superhéroes más puramente neoyorkinos de la factoría Marvel. Ya he visto las respectivas temporadas de Daredevil (2), Jessica Jones, Luke Cage e Iron Fist. Ahora estoy disfrutando de una miniserie de 8 capítulos que, bajo el título The Defenders (¿por qué no se traduce en España?), reúne a todos en la lucha contra un enemigo común. Y debo decir que, aún con sus sombras, me parece un gran trabajo al alimón de la plataforma en Internet y los creadores de cómics. Han conseguido adaptar su propio universo de superhéroes televisivos con cierto sentido, en una ambientación más bien oscura en la que las contradicciones humanas son la más temible amenaza y las peleas espectaculares con manos y pies la más destacada característica. Además no faltan los guiños al universo cinematográfico de los héroes más famosos. 

Hace tiempo que vi Daredevil. Tanto la primera como la segunda temporada me parecieron muy interesantes. El héroe torturado, sombrío y lleno de contradicciones, intenta proteger a los ciudadanos de un barrio obrero y multirracial de especuladores, narcotraficantes o pederastas. No hay amenazas del espacio exterior, la realidad es lo suficientemente oscura como para que un héroe sea necesario. Jessica Jones sigue el mismo guión que Daredevil, pero con la diferencia de que la heroína no quiere serlo e intenta huir de su destino. La víctima principal de la serie es ella. Ni siquiera su poder le libra de la obsesión de un psicópata obsesionado que la maneja a su antojo. En Jessica Jones conocemos a Luke Cage, otro héroe por casualidad, que se verá obligado a utilizar el poder que nunca quiso para ayudar a su gente de Harlem. El Iron Fist, en cambio, buscó el poder adquirido de forma sobrenatural, pero sabe poco de la vida. El Nueva York más despiadado le supera en todos los ámbitos. Es un superhéroe bisoño, con unos ideales de justicia y lealtad sin cabida en un mundo que le hace parecer tonto. Quizá The Defenders, la serie que los ha unido a todos y a los personajes que les rodean, sea la propuesta menos intensa, pero la estoy disfrutando. Lástima que no se le saque más partido a los malos. 

Y por cierto, el universo del superhéroe de Marvel con Netflix crece en breve con otro personaje que ya conocemos de la segunda temporada de Daredevil: The Punisher. Cuerda para rato.