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Va de abuelos y nietos Va de abuelos y nietos

Va de abuelos y nietos

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Tomasa Calvo

Hoy viernes 26 de julio se celebra el día de los abue­los, fiesta de San Joaquín y Santa Ana, abuelos maternos de Jesús según la tradición. Ade­más, el domingo 28 de julio se ce­lebrará la IV Jornada Mundial de los Abuelos y de las Personas Ma­yores con el lema En la vejez ,no me abandones. En los dos casos se pretende reivindicar el papel que realizan los mayores en la so­ciedad, pero ¿cómo podemos aprovechar la fiesta de los abue­los? ¿Qué esperamos de ellos? ¿Qué podemos ofrecerles?

En la sociedad actual, los abuelos son personas claves en la mayoría de las familias. Parece un hecho comprobado, por la an­tropología, que tener acceso a los abuelos y a los nietos forma parte de la plenitud de la vida humana.

Las personas mayores aspi­ran, casi siempre, a tener nietos porque en ellos esperan derro­char afecto y para ellos, de algu­na forma, significa plenitud de vida. Los abuelos que cuidan de sus nietos se sienten útiles y el servicio que realizan les eleva su tono vital. Para ser un buen abuelo vale la pena prepararse, tener algunas ideas claras. Los abuelos deben estar en la reta­guardia de la unidad familiar de sus hijos, deben dar sobre todo cariño y apoyo en aquello que les pidan sus hijos. Al mismo tiempo, los abuelos han de ser conscientes que los artífices de la familia de sus hijos no son ellos, por eso deben respetar las decisiones de sus hijos y dar su opinión si se la piden. Sus guías maestras deberían ser principal­mente el cariño, el respeto y el apoyo, lo que, sin duda, les lle­vará a ser un elemento integra­dor de la unidad familiar de sus hijos.

Los abuelos deben tratar a to­dos sus nietos por igual, como ya lo hicieron con sus hijos, aunque a cada uno le deben dar lo que necesita, como si fuese un nieto único. Muchos abuelos dicen que sus nietos son lo mejor que les ha pasado en la vida, que son su de­bilidad (…). Los abuelos saben, pero deben ponerlo en práctica, que sus hijos han de vivir su pro­pia vida, respetarlos y encontrar su felicidad sabiendo que se les quiere.

Creo que los abuelos deben dedicarse a disfrutar de sus nie­tos, a pesar del trabajo que pue­de suponer su cuidado, si sus hi­jos lo requieren, porque solo así podrán trasmitirles el verdadero sentido de una vida plena y a disfrutar de ella, al margen de los antivalores de la familia ac­tual: consumismo, relativismo e individualismo. Pasarlo bien con los nietos no supone consentir­les todo, como antiguamente se entendía, quererlos exige tirar de ellos hacia arriba, aunque sea a través del juego u otras inicia­tivas divertidas. Sin embargo, no hay que olvidar que las crisis fa­miliares de la sociedad actual exigen de los abuelos comporta­mientos distintos, ya que, a ve­ces, deben hacerse cargo de sus nietos, como si fuesen sus hijos, por ausencia de los padres o por­que éstos tienen una situación familiar adversa o compleja. Aún así, los abuelos deben fo­mentar el cariño de sus nietos hacia sus padres.

Hoy en día, las relaciones fa­miliares han cambiado. Antes los abuelos envejecían en casa, los abuelos estaban integrados en la unidad familiar y formaban una piña. Sin embargo, ahora, en la familia cada uno sigue su cami­no, de alguna forma, podría de­cirse que la familia está más de­sarraigada.

En general, los abuelos tras­miten a sus nietos, gracias a la experiencia y la sabiduría adqui­rida durante su vida, una visión positiva o ponderada de la reali­dad, les enseñan a ver los aconte­cimientos con cierta perspectiva, les ayudan a valorar el esfuerzo, les enseñan a huir de la inmedia­tez, les hacen conscientes de las limitaciones y enfermedades, del todo vale, del pensat i fet, de las prisas por vivir (…). Los abuelos, desde el cariño que profesan a sus hijos y nietos, pueden con su ejemplo ayudar en la educación de sus nietos, enseñándoles nor­mas básicas de conducta, como: el pedir las cosas por favor, el sa­ber dar las gracias, el respeto a los mayores, el saber perder en los juegos, el ayudar en las tareas de la casa, el compartir (…) y, có­mo no, el ayudarles a descubrir, según su edad, el sentido tras­cendente de su vida. En definiti­va, los abuelos ayudarán a sus nietos a no reducir la vida al pre­sente y a recordar que no todo depende de ellos, eso les ayudará a proyectar su vida para lograr vi­virla en plenitud. Los abuelos son herederos de la historia fami­liar y, por ende, de la sociedad, es decir, ellos son nuestro pasado necesario para construir nuestro futuro.

Los abuelos también son ge­neradores de esperanza ya que trasmiten a sus nietos que vivir vale la pena, que la vida es el ma­yor bien que tenemos y que, a pe­sar de las dificultades, se puede ser feliz y hacer felices a los de­más.

Hablar de abuelos equivale a hablar de nietos. Por eso, es bue­no pensar qué proporcionan o qué deberían dar los nietos a sus abuelos. En primer lugar, los nie­tos ofrecen a sus abuelos la oca­sión de mantenerse activos, lo que les ayuda a mantener una vi­da más saludable. Los nietos les ayudan a olvidarse de ellos mis­mos, les evitan preocupaciones, como vulgarmente se dice los nietos son sus quitapenas. Los nietos deben alegrar el corazón de sus abuelos, deben acogerlos, escucharlos y quererlos.

El tiempo que dedicamos a nuestros abuelos es más que oro, es vida, son ganas de seguir vi­viendo. Los hijos y nietos deben ayudar a que sus padres y abue­los miren hacia adelante, huyan del lamento, de lo que ya no es y de lo que ya pasó, para que sigan viviendo en plenitud aprovechan­do al máximo el tiempo que les quede de vida. Los nietos saben que para ganarse a sus abuelos basta tener con ellos gestos tan pequeños como, por ejemplo, una visita, una llamada, una car­ta, un abrazo (…), todos esos ges­tos crearán lazos de cariño y feli­cidad que les mantendrá unidos.

Los abuelos son personas mayores que tienen presente y futuro, por eso hay que pregun­tarles por sus deseos, inquietu­des, preocupaciones (…) y hay que dejarles un tiempo para po­derlas realizar. Sus familias y la sociedad entera no deben aban­donarlos o aparcarlos para que no se sientan solos, sino cuidar­los con cariño y agradecimiento, ya que la soledad es uno de los males de este mundo contra el que todos debemos luchar. La atención por los abuelos y ma­yores no es sólo un deber de gra­titud y de afecto, sino una nece­sidad para construir una socie­dad más humana.

Permítame el lector un recuer­do personal. Yo solo pude cono­cer a mi abuelo paterno, mis abuelos maternos fueron vícti­mas de la guerra civil española y la abuela paterna tuvo una muer­te natural. Por eso, cuando era pequeña anhelaba tener abuelos para poder decir, como mis ami­gas, que había ido a comer a su casa o a pasar unos días con ellos, o simplemente, que había jugado con ellos (…). A pesar de todo, me doy cuenta de lo valio­sos que son los abuelos, tanto desde el punto de vista emocio­nal como por su gran papel como transmisores de sabiduría y de experiencia (...). Todas estas cualidades constituyen una gran ayuda para que las siguientes ge­neraciones logren enfocar bien su vida. Gracias abuelos porque sois un gran tesoro y un buen fa­ro para vuestras familias y para toda la sociedad.