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¿Qué contamina el ambiente familiar y social del ser humano? ¿Qué contamina el ambiente familiar y social del ser humano?

¿Qué contamina el ambiente familiar y social del ser humano?

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Tomasa Calvo

Hoy en día existe una gran preocupación por los distintos tipos de contaminación -atmosférica, acústica (...)- del medio ambiente y los efectos nocivos que provocan para los seres humanos o el medio ambiente. Esta realidad me ha hecho pensar en los contaminantes que suponen una amenaza para el ambiente familiar y sociocultural de cualquier persona. Ambientes en los que conformamos nuestra personalidad, nuestro pensamiento y, por ende, nuestra forma de vida. Por esto, me parece un buen momento para pensar en: ¿qué contaminantes afectan a nuestras principales realidades: la personal, la familiar y la social? y ¿cómo podemos reducir o eliminar sus dañinos efectos?

La contaminación de las realidades mencionadas, por distintas causas, es evidente. En el ambiente familiar, los más vulnerables son los jóvenes. Por ello, los padres tienen que ponerse las pilas para poder enfrentar lo que contamina a sus hijos y que les daña, tanto física, como mentalmente. A los grandes contaminantes del ambiente familiar y sociocultural de nuestro tiempo, quizá no se les ve, pero están, e influyen en nuestro modo de pensar y de vivir. Entre ellos se encuentran: el relativismo, el emotivismo, el individualismo, el hedonismo y el consumismo. Una vez identificados lo más importantes es conocer ¿cómo reducir o eliminar la contaminación que producen?

En el relativismo todo depende del juicio personal de cada uno. Se niega la existencia de la verdad objetiva por eso la búsqueda de la verdad es la mejor forma de enfrentar esta corriente filosófica. Hay que presentar batalla a la manipulación, a la posverdad (...), defender nuestras convicciones y exigir que se respeten. La familia es el lugar, por excelencia, donde los jóvenes deben aprender a ser fuertes y valientes. Para lograrlo, los padres deben dedicar mucho tiempo a sus hijos, provocar el diálogo con ellos, evitar que se desconecten de su familia. Quizá la desconexión de la familia por parte de los hijos sea una de las primeras alertas ante la que los padres deben reaccionar. Ésta se alimenta y crece con la pérdida de confianza en sus padres, pero que, por contraste, la depositan en personas tóxicas o medios dañinos.

El segundo contaminante, el emotivismo, en el que las emociones pasan a ser la norma moral de la conducta. Corriente no exenta de irracional, ya que las emociones van cambiando, no son inmutables. Sus efectos nocivos se reducen buscando el equilibro entre las emociones y la razón, sobre todo en la toma de las decisiones más relevantes de la vida.

Actualmente, la incapacidad de muchas personas por adquirir y mantener compromisos fuertes o de por vida, en la amistad, en el matrimonio (…) es un hecho. Aunque éste se presente como algo moderno, novedoso, propio de los tiempos que corren (...), y lo contrario se considera anticuado o fuera de lugar.

No se piensa, o no se quiere admitir, que la adquisición de compromisos de forma voluntaria es un indicador de una mayor libertad. Esta situación está propiciada por el individualismo, tercer contaminante, que provoca aislamiento, soledad (...), y detesta los vínculos permanentes. Por ello, la mejor forma de combatirlo es potenciar las estructuras vinculantes de apoyo o de compromiso de los distintos ambientes de cada persona.

El siguiente contaminante, el consumismo. Esta corriente impulsa el consumo de diferentes productos para colmar los anhelos de felicidad del ser humano. Los grandes aliados de los consumidores son la publicidad y los dispositivos tecnológicos. Es fácil constatar que muchos jóvenes compran y venden constantemente, son consumidores de primera. Sin duda alguna, el dinero les hace vulnerables, por el mal uso que pueden hacer de él, les hace dependientes, les entorpece el desarrollo de sus capacidades intelectuales (...), y por tanto afecta negativamente a su vida personal y familiar. De ahí la importancia de educarles frente al consumo para no caer en posibles adiciones, difíciles de superar.

El último contaminante es el hedonismo, centrado en la búsqueda del placer. Basta que una cosa nos apetezca para que esté justificado hacerla e incluso se quiera legalizar. El placer se convierte en el vector director de la vida de una persona y en la que la razón queda relegada o anulada. También, algunos lobbies, obviando su efecto nocivo, pretenden que esa forma de vida sea aceptada como buena.

Para reducir o eliminar estos contaminantes bastaría dedicar tiempo y esfuerzo en adquirir un buen espíritu crítico, que debería ser el escudo protector de todos los ambientes del ser humano. La mejor forma de lograrlo es fomentar la curiosidad intelectual, la duda, la búsqueda de buenas fuentes de información, el estar alerta a los sesgos informativos (...), lo que, sin duda, facilitará el encuentro con la verdad, el bien y la belleza, los tres grandes potenciales o pilares de una vida feliz. En el caso de los jóvenes, muchos educadores señalan como principales anti-contaminantes: la educación en el esfuerzo, en la solidaridad, en la responsabilidad propia y social, en la generosidad, en la exigencia, en la búsqueda de los pilares de una vida con sentido (…). Estos logros constituyen la clave para sacar de cada uno de nuestros jóvenes su mejor versión. Por otro lado, los padres deben exigir a las instituciones educativas una enseñanza no contaminada por las ideologías, sino centrada en el perfeccionamiento de las facultades intelectuales y morales de sus hijos. Los padres deben hacer todo lo que necesiten para sacar a flote, con éxito, el proyecto o la aventura más importante y fascinante que tienen en sus manos, la educación de sus hijos.