Hace unos meses con el caso de las adolescentes de Almendralejo, Badajoz, y algunos otros, saltaron las alarmas, y propiciaron el despertar de muchos padres, al ser más conscientes de lo indefensos que están sus hijos ante el mal uso de los avances de la tecnología, impulsados por la IA, y de las plataformas digitales que se lo facilita sin ningún escrúpulo. Estos adolescentes no han logrado controlar sus impulsos, no han pensado en el alcance de su forma de actuar (…). Lo que los ha llevado a transgredir el derecho a la intimidad de cualquier persona. Se conoce bien cómo los pedófilos utilizan la IA para generar pornografía infantil. Ciertamente hay que establecer leyes que regulen el uso de la IA y de las redes sociales, como parece que se está empezando a movilizar nuestro Gobierno. Pero, sin duda, también hay que apelar a la responsabilidad o ética personal de sus usuarios. Victor Frank decía que al lado de la Estatua de la Libertad habría que levantar la estatua de la responsabilidad.
Muchos de nuestros niños y jóvenes consumen pornografía porque la consiguen a golpe de un solo clic en Internet con sus móviles. Puede decirse que la pornografía ha colonizado las redes. Y yo me pregunto: ¿por qué no se ponen barreras protectoras o puertas al campo?, ¿por qué no se cierran las grandes productoras de porno o los sitios web que la distribuyen? Con una ley se podría barrer o eliminar la mayoría de este contenido de las plataformas digitales. Hay expertos que aseguran que la pornografía que reside en Internet es más dañina que la prostitución.
La pornografía cosifica a las personas, las deshumaniza, es decir, son consideradas objetos para usar y aparcar, sobre todo a las mujeres a quienes se les ataca frontalmente en lugar de defenderlas, lo que es contrario a la defensa de la mujer de la que tanto se habla hoy en día. La pornografía denigra a la persona y no respeta su dignidad.
Los sexólogos afirman que el consumo de pornografía afecta a las relaciones de pareja, estas parejas tienen un sexo más impersonal, menos placentero, menos empático y con mayor probabilidad de generar dinámicas de control o sometimiento. El psicólogo Alejando Villena, experto en este tema, dice: el chico que ve porno tiene el doble de probabilidad de ser un agresor sexual y la chica que ve porno tiene cuatro veces más de probabilidades de ser una víctima sexual.
Actualmente se está normalizando la pornografía como parte de la actividad sexual, de tal manera que la gente habla de mi porno sin el menor reparo, como dice el sociólogo británico Frank Furedi. Se pretende normalizar, lo que no es normal, incluso a través de actores porno, también llamados pornostars, y así se presentan en programas dirigidos a los jóvenes, como por ejemplo La Resistencia. Ya hay estudios que revelan que la esperanza de vida de los actores porno es de unos 36 años. Muchos de ellos mueren por las drogas o las enfermedades de transmisión sexual o se acaban suicidando.
Además, está demostrado que la pornografía deteriora el funcionamiento cerebral y la conducta del que la consume igual que una droga. Como afirma Kevin Majeres, doctor y profesor en Harvard Medical School, el cerebro no distingue entre la imagen porno y la realidad. El deseo sexual del consumidor aumenta ante cada imagen que ve como una nueva pareja. Además, altera la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos de los consumidores, los aísla (...).
El consumo de pornografía de los niños y jóvenes puede afectar al rendimiento escolar, favorecer el consumo de sustancias dañinas y sintomatologías depresivas, fomentar estilos de vida menos saludables y con más violencia e impulsar el sexo de pago.
Muchas de las vidas de las personas enganchadas al porno están rotas y llenas de sufrimiento. Urge ayudarlas y protegerlas. La mayoría de los consumidores, para desengancharse necesitan algún tipo de terapia, pero aun así no es fácil y suelen recaer. Lo triste, como señala Anna Plans en su libro Respeta mi sexualidad, es que los niños empiezan a ver imágenes pornográficas a los 6 o 7 años y a los 12 años, muchos de ellos están enganchados. Podría decirse que la novedad engancha.
En la actualidad los chicos son más proclives al porno que las chicas, pero el porcentaje de éstas va en aumento. Según los datos del portal Dale una vuelta el porcentaje de los adolescentes-chicos que acceden a material pornográfico ronda el 93%, pero el de las chicas es del 62%. En el caso de los adultos, el porcentaje del consumo de los hombres alcanza el 80%, siendo la mitad el de las mujeres. Las visitas a páginas pornografícas de Internet asciende al doble de billones de visitas mensuales que a Tik-Tok, Netflix (..).
Los expertos señalan que la mayoría de las personas adictas a la pornografía suelen tener carencias afectivas. Aunque el consumo de pornografía en Internet, tanto en jóvenes como en adultos, puede deberse también al excesivo tiempo libre, al aburrimiento, a la desmotivación o a la falta del verdadero sentido de su vida y a su fácil acceso en la red.
No hay que olvidar que el gran problema social que genera el consumo de pornografía está impulsado por la industria pornográfica, a la que solo le importa el ganar y ganar dinero, es una mega industria y mueve más dinero que la BBC o la NBC (...). Podría decirse que la industria pornográfica comercia con carne humana. Algunos medios de comunicación recogen que la industria de la pornografía ingresa cada año más de 60.000 millones de dólares, y hay unos 15 millones las páginas web dedicadas a contenido “XXX”, muchas de las cuales son de pago o llevan publicidad. Hay cuentas en distintas redes que emulan el mercado negro de contenido pornográfico de menores.
Es una realidad que cada día acuden más personas a las consultas de psicólogos y psiquiatras para superar su adición a la pornografía, aunque todavía no sea considerada una patología psiquiátrica. Además, de lo ya apuntado, el consumo de pornografía debe ser rechazado porque provoca: violencia, corrupción de menores, abusos, daños morales, etc.
Estoy convencida de que los padres tienen que exigir a los poderes públicos que nos libre de esta lacra, a través de leyes o los medios necesarios, porque los hay, para proteger a sus hijos, niños y jóvenes de la exposición temprana a la pornografía. En países como Canadá, Francia e Inglaterra ya se han tomado distintas medidas para que los niños y jóvenes no puedan acceder a sitios de porno a través de sus móviles. Ya existen iniciativas privadas, contrarias al consumo de pornografía, como la de los hoteles de la cadena Hilton que no ofrecen pornografía en los televisores de sus habitaciones.
Pero, sin ninguna duda, el primer medio de protección, como en muchos otros casos, debería ser la correcta educación sexual de los hijos por parte de los padres, sin olvidar una buena educación de los afectos y sentimientos. Intensificar la vida familiar sería un buen antídoto contra el consumo de pornografía. Los padres han de ser conscientes de que el mayor tesoro que han de custodiar y preparar para la vida, son sus hijos. Por lo que los padres han de empezar por estar en casa para dar seguridad a sus hijos y facilitarles que les cuenten sus inquietudes, sus dificultades, sus necesidades (...), muchas veces a través del juego o de la realización de alguna actividad manual en el hogar. Esta idea me la comentaban, casi al mismo tiempo, dos mamás, buenas profesionales, y muy conscientes de que lo primero es dedicar tiempo a sus hijos para luego formarlos. Las dos se llaman Pilar, para mí ha sido una satisfacción comprobar que las dos son buenos pilares para sus hijos. Educar no es prohibir, sino exigir, es decir, sacar de cada uno su mejor yo o para que estén a la altura de lo que están llamados a ser. En la exigencia los hijos llegan a ver el cariño de sus padres, aunque a veces les cueste. Los padres han de saber que la autoridad no está de moda, porque la tendencia es creer que los niños y jóvenes son capaces de imponerse una disciplina que brota de forma espontanea de lo más íntimo de su ser. La meta de los padres, como la de un educador, debería ir más allá de cubrir sus necesidades materiales o académicas, hacerles personas de bien, amigos de la verdad (…) para llegar a ser personas fuertes, responsables y libres.
Creo que vale la pena tener en cuenta las tres razones que Gregorio Luri enumera sobre la autoridad familiar, en su artículo La autoridad en tiempos emotivos, y que paso a mencionar:
- El niño necesita aliados fuertes para luchar contra los monstruos que hay siempre debajo de la cama.
- Lo que forma al niño es la elevación de su mirada hacia los ojos de sus padres, no al revés.
- El niño posee de manera natural mucha más energía que sentido común para controlarla, por lo cual, si alguien tiene que suplir con su sentido común las carencias del niño, es el adulto.
Los padres han de educar, para esto, los padres han de estar dispuestos a cargar o recargar sus propias pilas saliendo de su área de confort, cada uno según sus necesidades, acudiendo a alguna escuela de padres, leyendo buenos libros (…). Todavía, algunos padres se creen que son los colegios los que han de educar a sus hijos y, en el caso que nos ocupa, que bastan los controles parentales o similares en los dispositivos digitales.
Los colegios y asociaciones deberían colaborar de forma subsidiaría con los padres en la educación sexual de sus hijos. Aunque en muchos centros educativos los programas formativos sobre sexualidad tienen una gran carga ideológica, no están evitando el consumo de pornografía, ni la hipersexualización social, ni la disminución de las agresiones sexuales cometidas por adolescentes y jóvenes. En estos programas se presta poca atención al desarrollo afectivo y saludable de los jóvenes como medio de prevención. Tampoco se hace hincapié en que comprendan el verdadero sentido de la sexualidad.
El mundo necesita personas libres, con corazones limpios y nobles (…). Urge, como indicó Juan Pablo II, hacer una pedagogía sana de la sexualidad humana, contraria a la visión de la sexualidad como puro dominio sobre el otro.
Parece que después de los casos de las adolescentes de Almendralejo, de Ayamonte y otros, nuestros gobernantes se han puesto las pilas y están decididos a controlar el acceso al porno por medio de diferentes sistemas de identificación personal, bienvenidos sean. Como dice un refrán popular: Nunca es tarde si la dicha es buena. A pesar de estos controles, los padres deben seguir vigilando y exigiendo todo tipo de medidas que protejan a sus hijos, pero sin olvidar que ellos son los primeros formadores de sus hijos a quienes les deben dedicar tiempo y cariño.