![La familia: el primer equipo](/uploads/diariodeteruel/contenidos/74573_250213-20-03.jpg)
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Al ver cómo mis sobrinos nietos se aficionan por el fútbol y optan por un equipo como favorito, me pregunté ¿cuál debería ser el primer equipo de cada ser humano? La respuesta de mi cerebro fue inmediata, y precisa, el primer equipo de cada persona es su familia. En ella vamos a desarrollar todos los aspectos constitutivos de nuestro ser. Sin embargo, lo que observo en la sociedad actual, contaminada de individualismo, es que no todos los miembros de una familia se sienten parte activa de su primer equipo, es decir, no se levantan cada mañana pensando que son parte de un proyecto común, no se sienten comprometidos con el equipo para sacarlo adelante aportando su esfuerzo (...). Más concretamente, cada uno debería: aportar parte de su tiempo, tener una actitud de servicio, aportar ideas para que todos, en definitiva, sean más felices y logren sus proyectos personales, sin que el proyecto común de ese gran equipo, su familia, quede relegado.
Ciertamente, la institución de la familia está denostada y ésta tiene que navegar a contracorriente, pero creo que se puede vivir o adquirir esa mentalidad de equipo, con la que lograr su felicidad, no exenta de dificultades, al transformar la pertenencia al mismo en donación de amor.
Estaba dándole vueltas a la idea de este artículo cuando me llego uno de José María Contreras sobre Las Matemáticas del amor, publicado en El Debate del 9/02/2025; me pareció un artículo ingenioso y atractivo, y del que recomiendo su lectura. En este artículo se explican cómo las operaciones básicas, suma, resta, multiplicación y división, bien aplicadas, pueden favorecer las relaciones de pareja.
Me atrevo a proyectar la idea de José María al primer equipo de cada uno de nosotros. Empezando por la operación de sumar: en ella se encerrarían todos “los pequeños actos de servicio por el bien del primer equipo”, o del miembro que más lo necesite, y siempre con cariño y alegría. Pasando a la segunda operación, la de restar: podría resumirse en “dejar de hacer algo” que repercute en el equipo. Para que eso no ocurra, hay que estar atentos a lo que los otros miembros del equipo esperan de nosotros o necesitan, como por ejemplo: una palabra de ánimo ante un examen, una alabanza por los logros personales de los miembros del equipo, el dar las gracias por alguna ayuda (...).
Respecto a las otras dos operaciones, multiplicación y división, también ligadas entre sí, ¿qué se puede decir? La operación de multiplicar nos hace pensar en que “cuando uno pone el hombro el beneficio del equipo se eleva”, es decir, se trata de compartir tiempo, espacio, (...), para el disfrute de todos. Cuanto más generosos y más creativos seamos más disfrutaremos. Por último, la división muy ligada al individualismo que nos embarga y que nos impulsa a encerrarnos en nuestro pequeño mundo: nuestras aficiones, nuestros amigos, las redes, (...), olvidando el bien superior del equipo.
Nuestra principal tarea será saber qué operación debemos aplicar ante las distintas situaciones familiares en las que nos podemos encontrar, como cuando empezamos a resolver problemas matemáticos asociados a las distintas operaciones básicas o a sus posibles combinaciones. Sin duda, se necesita entrenamiento y pericia para aplicar bien estas cuatro sencillas operaciones en la resolución de problemas. Análogamente, hemos de conseguir una correcta aplicación de estas cuatro operaciones en beneficio de nuestro primer equipo, lo que requiere: invertir tiempo, poner nuestra inteligencia y nuestro corazón, y proporcionará un plus de unidad y de felicidad a toda la familia, el primer y gran equipo.
Algunas otras dificultades actuales de las familias, con las que tienen que lidiar, son el relativismo, el emotivismo, el hedonismo y el consumismo. Aunque, yo, como matemática, confío en el poder de las operaciones básicas de las matemáticas, que puede constituir la clave del éxito y superación de la familia.