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Indicadores del buenismo Indicadores del buenismo

Indicadores del buenismo

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Tomasa Calvo

El término buenismo se ha extendido notablemente en nuestra jerga más popular. Los hay que se sienten cómodos con lo que esta palabra significa y lo practican, pero también tiene sus detractores que dicen estar hartos de tanto “buenismo”. La doble acepción de este término me ha hecho reflexionar sobre cómo identificar este fenómeno cuasi-ideológico en nuestra sociedad.

Según la RAE, buenismo es la “actitud de quien ante los conflictos rebaja su gravedad, cede con benevolencia o actúa con excesiva tolerancia”. Esta definición muestra los aspectos negativos del significado de este término. A esta visión negativa del buenismo se suman distintos autores, entre ellos, el crítico literario Carlos Moreno, quienes hablan del fraude del buenismo.

Esta cuasi-ideología se hace presente en diferentes campos como, por ejemplo, en la educación, la familia, el derecho, la política, (...). La “postura buenista” del sistema educativo español asume un cierto rechazo a la autoridad en la escuela, apuesta por la igualdad entre profesor y alumno, lo que conduce a la degradación de la disciplina en las aulas. Por esto, se pretende que los conflictos se resuelvan a través del diálogo y que la auto-exigencia del alumno disminuya. Además, ests postura rechaza el esfuerzo y la responsabilidad y, en consecuencia, la meritocracia.

Actualmente, muchos padres sufren de “buenitis” ya que consienten cualquier cosa a sus hijos, para evitar conflictos, sin pararse a pensar lo que es realmente un verdadero bien para ellos, aunque no lo entiendan. En la educación, amor, disciplina y autoridad siempre van de la mano.

Si nos adentramos en el Derecho, Andrés Ollero, catedrático de Filosofía del Derecho, identifica el “buenismo jurídico” con la defensa del derecho a lo torcido, del derecho a lo equivocado, (...), y cuyas principales características son “la filantrópica generosidad a la hora de conceder derechos” y su relativismo. Además, rechaza esta postura en favor del Derecho Natural e indica que es una manifestación más de lo “académicamente correcto”.

También, Valentí Puig, en su libro Estrategias del buenismo, señala que es más importante que una medida parezca buena a que sea eficaz para resolver un conflicto. Y advierte que el buenismo es difícil de mantener a largo plazo, dado que “la política es el reino turbio de las realidades y no de los deseos píos, ni de la conversión de los píos deseos en estrategia”. Además, Valentí deja claro que en política se puede llegar a ejercer el papel de bueno para garantizarse el poder y que en ella no existe un verdadero dialogo.

En este contexto, el periodista Iñaki Ezquerra dice: “se inventó el término buenismo para definir una actitud política pegada, como una lapa, a la izquierda, aunque no sea propiamente de izquierdas. Más bien, fue el resultado de la “fusión” de la cultura “new age” norteamericana con los ingredientes anarcos, hippies, místicos, hinduistas, budistas, humanistas, pacifistas, ecologistas, (...) y cristianos que ya poseía originariamente aquélla, y que son, en realidad, los que la habían generado”. Además, añade que “no se puede obviar que el buenismo es una secularización perversa del evangélico ofrecimiento de la otra mejilla ante la bofetada del enemigo, sea éste la piratería tercermundista, el integrismo islámico, los nacionalismos etniecitas o los terrorismos de unos y otros”.

El buenista basa sus actuaciones, sin duda, bienintencionadas, en un cierto sentimentalismo de cumplimiento social. Esta forma de proceder, sin un análisis crítico de los problemas, puede dar lugar a adoptar soluciones superficiales o ineficientes que no resuelven los desafíos a largo plazo. Ayuda pensar que para erradicar una enfermedad se analizan las causas, no solo sus síntomas.

Ser buenista es dedicarse a hacer el bien, que no es lo mismo que ser bueno, esto último exige olvidarse de uno mismo para darse a los demás. Los buenistas son detractores de lo bueno, porque la bondad es una virtud que va más allá, es compasiva, caritativa, magnánima, misericordiosa, comprensiva, (…). La bondad es esencial para construir relaciones humanas saludables y garantizar la convivencia pacífica.

El buenista está satisfecho de hacer el bien, pero, a su vez, puede esconder un vacío existencial, aunque no siempre es así, ya que las personas que no encuentran sentido a sus vidas pueden llegar a adoptar una actitud buenista para llenar ese vacío existencial. Parece evidente que abrazar el buenismo, como respuesta a la falta de sentido de la vida, no garantiza una vida plena y feliz.

Lo actitud contraria al buenismo tendría que estar fundamentada en la búsqueda de la verdad y al bien, para poder tomar decisiones veraces y moralmente buenas, y así, poder descubrir soluciones efectivas. La verdad es fundamental para el desarrollo de una sociedad justa y equitativa. La verdad implica ser honestos y transparentes en nuestras acciones y palabras, buscando siempre la veracidad de los hechos. Promover la verdad implica construir una sociedad basada en la confianza mutua. Tanto la verdad como la bondad son valores importantes que deberían prevalecer en la sociedad.

Además, el buenismo forma parte de la “cultura woke”, en la que se justifican las actitudes violentas y antisociales de los “grupos oprimidos” en contra de los “opresores”. Con este fenómeno ideológico se pretende extender una especie de “humanitarismo global” basado en una falsa igualdad social y de la defensa de un “difuso multiculturalismo”, con el fin de mejorar las relaciones a todos los niveles.

En la sociedad actual, el buenismo persiste por: 1) la Influencia de los medios de comunicación al difundir mensajes basados en el altruismo, la empatía y la bondad; 2) los cambios culturales asociados a una mayor valoración social de la inclusión, la diversidad, la igualdad, (...); 3) la reacción al individualismo y al consumismo por los que muchas personas buscan distintas formas de relacionarse y de encontrar un sentido a su vida en las labores sociales que realizan; 4) la presión social que puede fomentar comportamientos altruistas para obtener la aceptación de los demás, etc.

Por otra parte, yendo más allá, en el buenismo la sed de trascendencia del ser humano se intenta paliar con un sentimiento pseudo-trascendente, que facilita sentirse bien con uno mismo (feel good) y hacer lo correcto (do the right thing). Podría decirse que es un buenismo superficial, que aunque tiene expresiones caritativas o solidarias, no está enraizado en el corazón, ni aporta esperanza.

Según, Zygmunt Bauman, filósofo y sociólogo, el buenismo encaja perfectamente en una sociedad liquida, como la nuestra, en la que ya no prevalecen los vínculos humanos sólidos de épocas pasadas, sino que se han transformado en lazos provisionales y frágiles. En este tipo de sociedad, todo se ha vuelto “liquido”, es decir, mucho más provisional, precario, superficial, (...), debido a la incertidumbre provocada por la rapidez de los cambios.

En resumen, el buenismo puede fomentar actitudes y acciones positivas, como la solidaridad, la empatía, la inclusión social, (...). Sin embargo, a tenor de las actitudes buenistas comentadas, convendría actuar con cautela, analizar los problemas y soluciones de acuerdo con criterios rectos, que deberían ser fruto de la búsqueda de la verdad y del bien propios del ser humano.