Esta semana se han organizado en mi ciudad varios actos sociales y culturales para homenajear a los ancianos, por todo lo que han aportado a la sociedad. En alguno de estos actos se ha dicho que con este gran homenaje se pretende ir más allá, que esta semana sea un homenaje a la vida. Homenaje que a todos nos interpela a valorar y dar gracias por el don de la vida que hemos recibido, don que muchos de nuestros ancianos acogieron y transmitieron con trabajo, esfuerzo, privaciones y, sobre todo, con amor.
Sin embargo, esta noticia choca con aquellas otras que están saliendo en muchos medios de información sobre el derecho al aborto. También se ha vuelto a debatir si se incluye el aborto como un derecho en la Carta Magna de la Unión Europea, argumentando que lo contrario atenta contra las mujeres y su integridad. Argumento que muchas de las mujeres que han pasado por un aborto niegan rotundamente y señalan que les quedan secuelas tanto a nivel físico como psicológico y espiritual, de las que no se les informa cuando acuden a un abortorio. En España se está poniendo en marcha una plataforma Afectadas Aborto, para ayudar a las mujeres víctimas del aborto a ejercer las pertinentes acciones legales contra los abortorios y a reclamar indemnizaciones por los daños sufridos.
En una foto, de esas que todos recibimos por WhatsApp, se dice “si este embrión no es una bebe, tu no estás embarazada”. De esta afirmación se podría deducir, ¿si no estás embaraza porqué quieres abortar? En otra foto, aparece un plano del vientre seccionado de una madre y su feto, se señala la parte que corresponde al cuerpo de la mujer y la parte que corresponde al cuerpo del bebe, puesto que ambas partes tienen ADNs diferentes. En este caso, la inmediata conclusión es que la persona que quiere abortar no está decidiendo sobre su propio cuerpo, sino sobre el cuerpo de su futuro hijo, a quien no le van a dejar ver la luz ni oír sus llantos y sus risas. El derecho a decidir sobre su propio cuerpo es uno de los eslogan de las feministas para justificar el aborto, la muerte de un bebé, aunque este argumento no tenga base científica.
Está claro que vivimos en una sociedad hipócrita y egoísta, en la que los deseos y los intereses personales pueden convertirse en un derecho para cercenar la vida de los seres más indefensos. Se pretende que se apruebe el derecho a eliminarlos,por distintos motivos, sin pensar en otras soluciones como es prestar ayuda a la mujer que lo necesite para que ésta no se convierta en madre de un hijo muerto. Sin duda, muchas mujeres que se quedan embarazadas necesitan ayuda y corresponde a los gobiernos y a la sociedad proporcionársela, puesto que un hijo es también un bien social. Gracias a Dios, en la mayoría de las constituciones o cartas magnas de los distintos países existe el derecho a la vida, aunque algunos pretenden ignorarlo o hacerlo compatible con el derecho al aborto, es decir, el derecho a matar al embrión en gestación, como si de un encaje de bolillos se tratará. Aunque parezca extraño, la Organización de las Naciones Unidas pretende obligar a los distintos estados a introducir el aborto como derecho.
La doctora López Barahona nos recuerda que tanto para la biología celular como para la genética clásica/es cuando se forma el cigoto, nueva realidad genética con 46 cromosomas que determinan el genoma del nuevo ser. El cigoto es una célula y, como tal, es una unidad de vida. Además, como éste contiene secuencias “alu” (secuencias exclusivas de la especie humana) entonces el cigoto es una unidad de vida humana. También la biología celular afirma que el cigoto es la única célula totipotente, es decir, un embrión contiene a cada ser humano en modo unicelular. Estas certezas nos deberían llevar a proteger la vida de todo ser humano y, en especial, la de los seres más indefensos de este mundo, los bebés que son atacados violentamente en el seno materno, lugar que debería ser inviolable, respetado y protegido por todos. La mayoría de las personas no dudan de las evidencias científicas sobre el origen de la vida, por lo que el aborto podría ser una consecuencia de que no sabemos valorar la vida en toda su grandeza y dimensión.
Los gobiernos de muchos países, incluido el nuestro, parecen mirar hacia otro lado ante el doble drama que acarrea el aborto. Por un lado, un aborto es un drama para la mujer porque el aborto conlleva riesgos de salud y emocionales difíciles de superar, y por otro lado se impide de forma violenta que otro ser humano vea la luz. Además, la falta de ayuda a la natalidad es una postura contraria a nuestro estado de bienestar, al mantenimiento de nuestras pensiones, en definitiva, al mantenimiento de nuestro relevo generacional, que es lo que realmente garantiza la continuidad de nuestra vida.
Además, la sociedad entera debería sentirse comprometida para evitar que las mujeres con dificultades para seguir con su embarazo no sientan que el aborto es su única opción. En nuestro país, Red Madre asegura que de cada diez mujeres embarazadas inclinadas al aborto, nueve acaban desistiendo de cometer tal barbaridad y tienen a su hijo. Todo gracias al cariño, al acompañamiento y a las ayudas que reciben, y en consecuencia las madres recuperan la paz interior, el descanso emocional y se sienten agradecidas.
Si no nos ponemos las pilas, se volverán a repetir las escalofriantes cifras de abortos en España, que se han publicado en los distintos medios de información, y que ascendieron a 100 mil durante el año pasado, y en Europa se alcanzo la aberrante cifra de 4 millones. Pero estas cifras de muertes de seres indefensos parecen no estremecernos, mientras que si nos revelamos y compadecemos, como no puede ser de otra forma, ante las vidas sesgadas por la guerra u otras circunstancias dramáticas, a pesar de que su número es menor. Algunos expertos señalan que, con los bebés que se abortan anualmente se podrían reducir las listas de adopción y el tiempo de espera.
Otra cuestión, que se ha debatido en los medios de comunicación, ha sido si puede haber personas rezando cerca de las clínicas abortistas. No creo que en un espacio público se pueda prohibir que uno se pare a rezar con otros, no hace daño a nadie, o ¿no será que tienen miedo de que su presencia despierte la conciencia de los que acuden o de los que no acuden a estas clínicas? Sobre este punto se ha publicado en diferentes periódicos, un artículo en contra de que haya personas rezando pacíficamente cerca de los abortorios, firmado por Emma Riverola, quien parece pensar que las personas que rezan juzgan de insensibles, débiles y pecadoras a las que abortan. Además, Emma se opone a que los provida faciliten información sobre posibles alternativas al aborto, a las personas que acuden a los abortorios o se les anime a reflexionar sobre lo que están a punto de hacer porque les están coaccionando. En relación a esta ultima idea, Ana Iris Simón manifestó en una tertulia que tal coacción no existe, ya que no se ejerce la más mínima violencia sobre ellas. En este punto cabe recordar que el Ministerio de Igualdad decretó el aborto sin reflexión al oponerse a que la gestante pudiera escuchar el latido fetal de su bebe.
El aborto sin reflexión es un insulto a la razón y a la libertad del ser humano, pero propio de una sociedad sometida al imperio de la cultura woke, contraria a la búsqueda de la verdad y al ejercicio de la libertad, y partidaria del pensamiento único. Este aborto sin reflexión es impropio del ser humano ya que la mayoría de las personas antes de tomar decisiones importantes, como pueden ser aquellas que afectan a nuestra salud, buscan información que les ayude a tomar la mejor decisión posible.
Otro de los muchos artículos en prensa sobre este tema se posiciona a favor de que se pueda rezar cerca de los abortorios, firmado por Natalia, quien dice: “Gracias por querer ser mi voz, pero déjame pedirles que sigan rezando, no sólo por mí, sino por otras tantas mujeres que han gritado nada más abortar, al salir de la clínica, ¡devolvedme a mi hijo!, gritos que han sido sofocados con tranquilizantes que duran lo que duran, porque el dolor no desaparece nunca”. También se quiere que sea delito rezar de forma pacífica cerca de los abortorios, pero de momento los penalistas consideran que esta situación no se puede encajar en la reciente reforma del Código Penal, que prohíbe los actos molestos, intimidatorios y ofensivos”.
Hemos de dejar que los gritos de los recién nacidos llenen nuestras vidas y con ellos podamos gritar bien alto ¡Viva la vida!