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Todo mal Todo mal
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Javier Silvestre

Vale. Hoy no puedo hablar de política y casi lo prefiero después de vivir la enésima campaña electoral dentro de un medio de comunicación. Los periodistas somos esa rara especie que es capaz de seguir un debate electoral televisado, comentarlo en Twitter, whatsappear a los amigos que trabajan con los candidatos y, al mismo tiempo, abrir alguna aplicación de ligoteo para ver si te ha salido un ‘match’. En fin, al lío.

Fue por culpa de un primo mío, residente en Barcelona y muy activo en las redes sociales, que he empezado un nuevo hobby periodístico y personal. Podríamos bautizarlo como el “Todo mal”. Se trata de encontrar noticias en medios de comunicación que nos dicen lo rematadamente mal que lo hacemos prácticamente todo. Les pongo algún ejemplo. Titular aparecido en El País: “Hacer abdominales no garantiza un vientre plano”.

Vaya. Y lo dicen ahora que me he habré provocado un mínimo de dos hernias discales cervicales en busca de mi utópico six pack. Pero bueno, leyendo el artículo, es cierto que “los cuadraditos se forjan en la cocina” y que hay que tener una alimentación baja en grasa, restringiendo hidratos carbono y, por supuesto, sin alcohol.

Menos mal que siempre nos quedará la fruta. ¡Ah, no! Un momento… que La Vanguardia alerta de “Los riesgos de cortar la parte podrida de la fruta y comer el resto”. ¡Vaya hombre! ¿Y tengo que tirar todo el plátano si la puntita se ha puesto fea? Si el precio por ignorar esta información es morir, lo tiro sin pensármelo dos veces. Mejor me paso a la dieta asiática, que están todos muy finitos...

“El arroz evita hambrunas en todo el planeta, pero ¿es un cultivo sostenible?” ¡Ostras! Esto que cuenta El País no lo había pensado. ¿Sostenible? ¡Pues nada de eso, que yo soy de los que recicla! En fin, me voy a dar al chocolate ya que veo imposible tener abdominales y comer algo que no haga acampar a la mismísima Greta Thunberg en la puerta de mi casa.

Me salta una alerta al móvil: “La esclavitud infantil que esconde una barrita de chocolate.” ¿En serio? Pero... yo no sabía que... ¡Joder! Mira, paso... ¡Me hago unos espaguetis caseros y listo! “Malas noticias: tu salsa boloñesa con tomate natural no es tan sana como parece”, publica El Español. ¡Nooooo!

Respiro. Empiezo a agobiarme... Necesito un café. “Nueve errores que prueban que los españoles no sabemos ni preparar ni tomar café”, me atormenta El País ¡La madre que...! Mejor me visto y me voy a dar una vuelta: “Cómo saber si tus jerséis proceden de ovejas felices: la dramática historia de la lana moderna.” ¡No, las ovejitas no!

¡Me ahogo! Me voy a casa de un amigo a que me dé el aire fuera del centro de Madrid. “Te abrochas mal el cinturón de seguridad y no lo sabes”, me escupe en la cara el ABC. Conduzco a toda prisa intentado poner la mente en blanco. Cuando llego a casa de mi amigo, en una zona acomodada del norte de la ciudad, me dice que se quiere cambiar de casa. Ha leído esta noticia en Icon Design: “¿Deberían negarse los arquitectos a construir más urbanizaciones? Una reflexión sobre el miedo y la soledad.” Esto promete. Casi hubiera preferido escribir sobre las elecciones.