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Javier Lizaga

Teruel, año 2050. Hordas de turistas salen de la ciudad como cada fin de semana, expulsados a la fuerza, después de que se les hayan acabado los visados temporales y entre gritos de “mi tataratatarabuela era del Campillo o de Bezas… Dejadme quedarme”. La capital de la llamada República Democrática Despoblada retoma su pulso grácil y tranquilo que se romperá otro lunes con la grabación de los realities La masía de las tentaciones o Master trufa). Mañana entrará por fin en vigor el Plan de Ordenación Urbana, pero la noticia no es esa. Un joven detiene con su mano la puerta de la muralla: 

- “Tirá pa Alcalá de Henares, miserable”, le espeta el guardia. 

- “Quieto parao. Soy nacido en Teruel. Soy John Diego de todos los Santos”. 

– “Rediosla (dialecto antiguo) pero si pensábamos que te habías instalao en Coslada”

Así se abren las barreras y echa a andar nuestro héroe por la Ronda de San Pepe Polo. Un escalofrío le sacude el corazón. Sobre él cuelga el típico y elegante cartel de grafitti y sábana: “Rosalía Chabeli se casa”. No puede ser. Pilla una minimoto de alquiler y se apresura. Mientras enciende su instagram para meter un mensaje: “Holi! Decidme que no es un sueño, y que vuestra boda fue una pesadilla. Durante cinco años mantuve mi empleo en Coslada, esperando ver vuestro faisbook. Conservé la vida esperando ver vuestros labios y obtener un perreo, un reguetón juntos os pido. Ya no sé quien soy. Una de Shakira que me haga recordar que fui happy y que mis días de discomóvil merecieron la pena.

Rápidamente, para eso el tema de las tecnologías, su exnovia Chabeli que se acababa de casar esa mañana en el juzgao, con el llamado rito Paco Martín, le respondió:

Quilloooo! Mal, mal,…. malamenteee! Durante 5 años yo también te esperé. Festivales cuando era joven, dos carreras y una Fp, pero las mujeres también tenemos honor. No me mandes más likes, que no estoy ready pa ti. Somos leña seca y ese perreo sería la centella que nos encendería, que nos conocemos. No puedo bailar reguetón con vos.

El resto de la historia os la puede contar cualquiera en Teruel. De ahí que entre ellos los turolenses todavía, para llamar la atención griten eso de “amanteee”. Porque el amor y el reguetón son inmortales.