Un estudio del arqueólogo Javier Ibáñez, cuyos resultados acaba de editar a Fundación Ollerías Siglo XXI en el cuaderno Las Arcillas de Teruel. Historia de un paisaje, ha permitido identificar 42 enclaves de interés patrimonial en el área de Las Arcillas, donde durante ocho siglos se explotaron este recurso natural y el yeso como materiales para la construcción de la ciudad.
El inventario se llevó a cabo por encargo del programa Life+ que desarrolló el Ayuntamiento de Teruel hasta el año pasado para acondicionar como parque periurbano la zona de las antiguas canteras. Ibáñez advierte de que la cifra de enclaves de interés podría ampliarse en el futuro, ya que la prospección arqueológica realizada entonces se limitó al 40% de la superficie.
Según detalla el arqueólogo, la mayor parte de los bienes identificados son bajomedievales, modernos o contemporáneos. "Los más de 800 años de transformaciones operadas tras la fundación de Teruel han sido tan intensos que han borrado casi todas las huellas anteriores", afirma. Entre las excepciones figuran los escasos restos que se conservan de un poblado del Bronce Antiguo-Medio en el cerro de Santa Bárbara, el mismo emplazamiento en el que estuvo la ermita dedicada a la misma santa. La ermita hoy desaparecida ya era una construcción antigua cuando en 1472 Fernando El Católico otorgó un privilegio para su reparación y fue parcialmente destruida en la Guerra Civil.
En otro cerro se detectó la presencia de cerámica islámica y en la rambla del Río Seco se conservan dos hornos de cerámica ibero-romana de entre los siglos II antes de Cristo y I. Estos vestigios "prueban que la utilización alfarera de las arcillas del entorno de Teruel tiene más de dos mil años de historia", afirma el experto.
Antiguas canteras
Como consecuencia de ello, los restos más relevantes que se han identificado están asociados al aprovechamiento de esta materia prima, con los denominados monotes como elementos más característicos. En las prospecciones arqueológicas se detectaron tres posibles puntos de extracción artesanal de arcilla en la cabecera del barranco de la Cueva de las Tres Puertas, en la ladera occidental de Santa Bárbara y en el tramo medio del barranco de la Cueva de las Tres Puertas, que serían "una mínima parte de los que llegaron a existir".
En todos los casos "se trata de escarpes o cortes verticales de entre dos y cuatro metros de altura en los que se aprecia la existencia de pequeñas cavidades" o covachas, apunta Javier Ibáñez.
Junto a estos emplazamientos existen terrazas agrícolas, probablemente formadas empleando como relleno materiales descartados procedentes del proceso extractivo. De esta forma, indica el estudio, el "potencial problema" que supondría la acumulación de estos desechos se convirtió "en una gran ventaja", dando una nueva utilidad a las zonas ya explotadas.
En estas terrazas abunda la presencia de cerámica de desecho de los siglos XIV a XIX, un detalle que Ibáñez vincula a un posible uso como fertilizante agrícola de las cenizas procedentes de la limpieza de las cámaras de combustión de los hornos alfareros que se habría mezclado con los restos de las piezas rotas o defectuosas.
"Las inevitables pérdidas en el trasiego de estos materiales justificaría la frecuente aparición de cerámicas medievales y modernas en los caminos que comunicaban los alfares con estos campos de labor" -afirma-, lo que indicaría que "la vinculación del proceso alfarero con el aprovechamiento agrícola del área de Las Arcillas fue mucho más intensa de lo que a primera vista podría haberse imaginado".
Entre los enclaves de interés inventariados figuran algunos asociados a la explotación agropecuaria, desde construcciones como casetas, corrales o pajares.
Además, en la zona de contacto entre Las Arcillas y el tejido urbano se encuentran los tres únicos alfares tradicionales conservados: el de los hermanos Górriz -cuyo origen se remonta al siglo XVII según evidencias arqueológicas-, el de la familia Abril y el de Marcelino Esteban.
Los monotes
Los monotes o grandes montículos generados por la extracción de arcillas a gran escala son "elemento más valorado y posiblemente más característico" del área de Las Arcillas, según indica el arqueólogo Javier Ibáñez en el cuaderno Las Arcillas de Teruel. Historia de un paisaje. Se conservan cinco, uno de ellos muy deteriorado en los últimos años, y, cerca de él, unos restos que podrían corresponder a un sexto monote.
El mayor de ellos tiene actualmente unos 16 metros de altura, pero se estima que en los años 50 alguno superaba los 21 metros.
Los cuatro primeros monotes, prácticamente alineados, datan de finales del siglo XIX o de principios del XX y se asocian a extracciones masivas de arcilla probablemente vinculadas a las primeras fábricas de azulejos, baldosas, ladrillos y tejas que hubo en la ciudad.
Javier Ibáñez explica que "son los restos de una estrecha y alargada loma que descendía desde el collado de la Cueva de las Tres Puertas hasta las cercanías del barrio de las Ollerías del Calvario", que figura en el plano de Teruel de 1869. Por esta loma ascendía el camino de la Sima, que conectaba con el de Corbalán.
Estos monotes pudieron servir de hitos para marcar el límite entre explotaciones de arcilla o incluso para definir la zona del paso del camino de la Sima, que estaba siendo desmontado por la actividad extractiva. De hecho, se encuentran junto a un trazado alternativo de dicho camino.
El más cercano al casco urbano (monote 1) tiene algo más de 10 metros de altura; el segundo, a 55 metros del anterior, tiene 16 metros;?el tercero, a 76 metros de este último, está muy deteriorado en su base y tiene actualmente 10 metros de alto;?y el cuarto, a unos 53 metros del anterior, también está muy erosionado y cuenta con una altura de 6 metros.
El monote 5 y los posibles restos del sexto se encuentran a la derecha del antiguo camino de Valdecebro y Alcalá de la Selva y su deterioro es mayor que el de los cuatro principales.
Cuatro aljezares
Pero también son destacables los vestigios vinculados a la extracción de yeso, en concreto cuatro aljezares identificados en el ámbito de estudio. "Alguna de las explotaciones parece muy antigua, con cortas semicirculares y una cierta adaptación a la topografía. Otra se superpone a esta última y secciona de forma rectilínea la montaña;?en ella se detectó la presencia de cerámicas de los siglos XVIII y XIX, aunque perduró hasta el XX", reseña el arqueólogo, quien añade que el aljezar más reciente se explotó hasta hace solo unas décadas.
El inventario patrimonial del área de Las Arcillas se completa con un tramo del acueducto renacentista que discurre por su parte norte, ocho enclaves con trincheras y estructuras de la Guerra Civil y la legendaria Cueva de las Tres Puertas, donde se encuentra el monolito a Rafael Adrover.
Autor:EVA RON / Teruel