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Historia de un minotauro feliz llamado Asterión

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Juan Rivero durante la charla que dio en Linares de Mora, ante el cuadro que pintó del puente romano de la localidad

El salón del Ayuntamiento de Linares de Mora acogerá durante todo el mes de agosto la exposición Historia de un minotauro llamado Asterión, del pintor cubano Juan Rivero.

El salón del Ayuntamiento de Linares de Mora acogerá durante todo el mes de agosto la exposición Historia de un minotauro llamado Asterión, del pintor cubano Juan Rivero. La muestra es una selección de las cerca de cuarenta obras que forman la serie completa, parte de la cual ha podido verse en Valdelinares, y que están realizadas con la peculiar técnica water point.

Aunque Asterión es el nombre del célebre minotauro encerrado en el laberinto de Cnosos, los cuadros que componen esta serie, que por insólito que parezca tiene mucho de autobiográfica, no se inspiran directamente en el mito clásico de la bestia que nació fruto de la unión entre Pasífae y el Toro de Creta. Lo hacen en la reinterpretación que de él construyó Jorge Luis Borges en La casa de Asterión (1947). Si el escritor argentino reinventó el personaje, dotándole de conciencia de sí mismo como monstruo, restándole ferocidad y dándole un sentido vital trascendente, Juan Rivero da una nueva vuelta a su personalidad presentando una serie de escenas en sus cuadros a través de las cuales profundiza en la cotidianidad de Asterión, con la carga de surrealismo que ello conlleva.

El Asterión que se ve en la pintura del cubano es un ser que vive en absoluta soledad, que es víctima de su entorno y cuya supervivencia, a base de imaginación para combatir el aburrimiento, es casi un acto heroico.

El aislamiento al que le ha llevado su actitud, su forma de ver la vida e incluso su aspecto físico, que escapa a lo que se entiende por normalidad, le han llevado a padecer agorafobia, a tener un egocentrismo hiperdesarrollado y a vivir en la más absoluta de las soledades.

Y sin embargo Asterión es, fundamente, un tipo feliz. Feliz porque, por extraño que parezca, su destino y las circunstancias que le han empujado a él no son impuestos, sino elegidas por él. El laberinto de Cnosos no es una cárcel, sino un hogar, e incluso en una de las obras de Rivero aparece trazando su planta como si de un arquitecto se tratara, en uno de los cuadros centrales de la exposición. El aislamiento no es un castigo a su ferocidad, sino su refugio.

Y eso se refleja a través de un vivo colorido y de un trazo sinuoso y ágil. "Uno no ve la exposición y se siente deprimido por la soledad, sino más bien siente alegría y optimismo", explica el pintor nacido en la provincia cubana de Holguín. "Asterión se siente a gusto con su forma de vida y, tratando de combatir el aburrimiento, lo mismo se tira desde una azotea, habla con una imagen religiosa o duerme la siesta bajo una columna del palacio de Cnosos...", bromea el pintor.

Rivera opina que es imposible que cualquier cuadro que salga del pincel de un pintor no tenga poco o mucho de autobiográfico. "En mi caso ocurre lo mismo. En determinados momentos de mi vida me he sentido muy identificado con el Asterión de Jorge Luis Borges, por su aislamiento y también por el hecho de que en ocasiones sea un aislamiento elegido, voluntario".

Juan Rivero, que ha sido Premio Unesco 2000 para el fomento de las artes en la VII Bienal de la Habana y comisario de multitud de proyectos culturales y artísticos en la capital cubana, incluido el Proyecto Circo Travelling auspiciado por la Agencia Española de Cooperación Internacional, imparte clases de pintura en su academia de Castellón. Actualmente se encuentra realizando una residencia artística con el artista castellonense Juan García Ripollés autor de esculturas como la que decora la plaza del Triunfo en Sevilla o el Aeropuerto de Castellón . Precisamente fue a raíz de esta residencia que en Valdelinares y Linares se está pudiendo disfrutar de su obra. Carmen Vallés, que trabaja con Ripollés y desciende de la primera de las localidades fue la que medió para llevar la exposición a su semana cultural.

Y dado el éxito que tuvo la muestra, el vecino Ayuntamiento de Linares de Mora solicitó poder mostrarla en la suya y contar con la presencia del cubano para inaugurarla a través de una conferencia y una demostración de pintura en directo, contando con total colaboración por parte de Valdelinares y del propio pintor, que ha participado de forma altruista. "Me gusta tomar parte en este tipo de actividades, y además ahora me apetece mostrar toda esta producción que he realizado en el último año, y que apenas ha podido exhibirse", explica Rivero.

Waterpoint

Más allá de su significado argumental y de su acabado estético, Historia de un minotauro llamado Asterión tiene mucho interés desde el punto de vista técnico, ya que está realizado con la técnica del waterpoint (puntos de agua). Se trata de una técnica que Juan Rivero lleva trabajando desde hace algo más de un año, que permite unos acabados muy característicos, con una estética impresionista, y un espectacular proceso de elaboración, como pudieron comprobar numerosos vecinos de Linares durante una demostración en directo que realizó el pintor el pasado lunes.

La técnica consiste en hacer un dibujo sobre el lienzo y barnizar las partes en las que se busca un color más intenso o saturado. Entonces, con el lienzo horizontal, se depositan los diferentes pigmentos en polvo, partiendo de los colores más claros hacia los más oscuros. El pigmento empieza a adherirse, mordiendo más en las partes barnizadas y menos en las partes del lienzo limpias. Después de pulveriza agua muy fina de forma que los puntos de color terminan de fijarse al soporte formando un mosaico de diminutas teselas de color. Sin embargo el aspecto del cuadro en ese momento, durante el cual se deja secar al sol, es el de una gran mancha emborronada en la que solo se adivina ligeramente la forma del motivo pintado. El cuadro surge como por arte de magia cuando se lava, literalmente, con agua a alta presión. El pigmento sobrante se retira formando ríos de color, y la pintura se queda completamente fijada en la superficie del cuadro.

Experimentación

Este tipo de técnicas semiexperimentales son habituales en el modus operandi de Juan Rivero, en constante renovación y búsqueda de lenguajes nuevos

El cubano ha trabajado técnicas como el betún asfáltico, la técnica al limón, o la veladura sobre empaste de óleo, que es la técnica que se enseña en su academia de Castellón.

"Esa técnica es la clásica del óleo, la que se utilizó hasta la llegada de la modernidad y de la luz eléctrica durante la eclosión del impresionismo". Como explica Juan Rivero, el óleo clásico se basa en la aplicación de capas de color por separado, sin mezclar en paleta, y con veladuras translúcidas. Es una técnica que popularizó la escuela flamenca del XV, más lenta de trabajar que la técnica moderna pero con dos grandes ventajas. En primer lugar permite corregir detalles sobre la marcha en mayor medida, y sobre todo, en lo técnico es un precedente de la pantalla retroiluminada, ya que el lienzo recoge la luz disponible por pobre que sea y la multiplica, dando la impresión que el cuadro brilla.

"Con la llegada de la luz eléctrica ya no es necesario aplicar esta técnica porque con luz artificial podemos iluminar las obras para que las gente la vea", explica Rivero, "pero antes eso era un problema. Si cogiéramos un cuadro impresionista moderno y lo colgáramos en una catedral iluminada con unas pocas velas como en el siglo XVI, no se vería en absoluto, al contrario que los óleos clásicos, que da la sensación de que brillan". Y en este caso no es una metáfora artística, sino una realidad física.

No obstante en la actualidad José Rivero, graduado en la Escuela Profesional de Artes Plástica de Holguín, trata de mantener a raya su vocación experimental. "Como dice el maestro Ripollés, tengo que estacionarme en algo y no seguir una continua experimentación para desarrollar producción", dice entre risas.

Por lo pronto, Rivero tiene ya muy avanzada una nueva serie de desnudos, "muy simples, en los que me interesa sobre todo el volumen y el color", y también algunos bodegones, temática que, al contrario que el retrato o el propio desnudo femenino, es poco habitual en el currículo del cubano.

Autor:Miguel Ángel Artigas Gracia Teruel