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El miliciano que cantaba jotas en Obón

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Artur Molina (i.), junto a Helio Valero y algunos de los actores del corto, empuñan sus respectivas armas tras un parapeto de Obón

El viaje de un padre y su hijo a la localidad turolense de Obón para desenterrar la historia de sus antepasados en la guerra civil española es el desencadenante de Jotas de barro, un cortometraje dirigido por los catalanes Artur Molina y Helio Valero y producido por Punt de Gir.

El viaje de un padre y su hijo a la localidad turolense de Obón para desenterrar la historia de sus antepasados en la guerra civil española es el desencadenante de Jotas de barro, un cortometraje dirigido por los catalanes Artur Molina y Helio Valero y producido por Punt de Gir. El filme, que será estrenado hoy en los Cines Girona de Barcelona, es un tributo a la provincia de Teruel, al folclore aragonés y a la memoria histórica, rescatada sin vocación "panfletaria", como recuerdan sus autores, sino por reivindicar un reencuentro saludable con las raíces de cada cual.

La historia, que cuenta con el jotero oscense Roberto Ciria entre sus intérpretes, habla de un joven, interpretado por Marc Pociello, que encuentra entre los papeles de su bisabuelo las letras de unas jotas. A pesar de la reticencia de su padre, interpretado por Jesús Roche, que además es coautor del guión junto a Artur Molina, el hallazgo les lleva a ambos a emprender un viaje que les conducirá hasta Obón. Un viaje cuyo fin no solo es reencontrarse con sus antepasados perdidos y rendirles así homenaje, sino también para reencontrarse con ellos mismos y con el equilibrio vital que les falta.

Tras su estreno en Barcelona, Jotas de barro será exhibido durante los próximos meses al menos en Huesca, Zaragoza y Obón, "y allá donde alguien quiera verlo", asegura la productora. Ojalá también en Teruel tengamos ocasión de verlo.

Catalanes, Obón y jota

¿Pero qué hacen dos catalanes hablando sobre Obón y sobre la jota aragonesa? Lo cierto es que Jotas de barro?comenzó a gestarse en 2009 cuando Aurora Marco, la bisabuela de Artur Molina, a la sazón estudiante de Comunicación Audivisual, le contó una fascinante historia sucedida en 1938. Aurora había nacido en Utrillas y allí conoció a su marido, natural de Martín del Río. No se resignaron a vivir separados ni cuando la guerra civil irrumpió en sus vidas, y Aurora siguió a su marido a través de las trincheras del terrible frente de Teruel, llevando consigo a su hija de solo dos años.

"Ni mi bisabuela ni mi abuela, su hija, habían hablado nunca sobre esto", explica Artur Molina, que es la segunda generación de nacidos en Cataluña de su familia. "A los 96 años me lo contó, y quiero pensar que fue porque quería remover en mí algo que para ella había sido muy importante".

Esa historia impulsó a Artur a emprender un viaje siguiendo los pasos de sus antepasados, a través de Utrillas, Caspe, Alcañiz y otros escenarios de guerra de la caída de Aragón. "Por desgracia mi bisabuela no pudo acompañarme porque murió en 2013, justo antes de hacer ese viaje, aunque sí que vino conmigo mi abuela".

El viaje se plasmó en Mi manzanica, un cortometraje dirigido por los dos realizadores catalanes, que ya habían fundado Punt de Gir, y estrenado en 2014. "Mi manzanica nos permitió conocer mucha gente de Utrillas y descubrir Aragón, que nos pareció un lugar de gente abierta y muy amante de su tierra, poco conocida y con grandes tradiciones que aguantaban el paso del tiempo".

Y?el cortometraje Jotas de barro, a pesar de a diferencia de Mi manzanica es ficción, no es ni más ni menos que la sucesión natural de este. "Habla de las siguientes generaciones a las de mi bisabuela y mi abuela", apunta el barcelonés. "De un joven que decide interesarse e investigar sus orígenes, en contra de su padre, que representa esa generación que ha decidido olvidar el pasado y hacer borrón y cuenta nueva, sacrificándolo todo por trabajar y buscar el futuro de sus descendientes olvidándose de sus antepasados".

Jotas de barro no es una historia de la guerra civil, sino una historia actual cuyo desencadenante ocurre en 1938. De hecho solo al comienzo del corto, de 23 minutos, se ven escenas del frente de guerra. Unas escenas deliciosas en las que Roberto Ciria es protagonista interpretando al bisabuelo perdido, que entretiene a sus compañeros de trinchera cantando jotas. "Antes de esta experiencia no sabía nada sobre la jota, y no tenía ni idea de que Roberto Ciria era el Messi de la jota aragonesa", subraya Artur Molina. "Contactamos con él a través de facebook y de Maite Ferreras, natural de Obón y que forma parte del equipo. En cuanto conoció el proyecto le encantó y se puso a nuestra disposición".

Las tres jotas que aparecen en el cortometraje son letras anónimas y bastante desconocidas que fueron elegidas por los realizadores porque se ajustaban muy bien a la trama, "ya que las tres explican perfectamente las motivaciones de los personajes". "Teníamos las letras pero no sabíamos cómo sonaban. Y cuando se las dimos a Ciria y sin ensayar ni nada les puso música y nos las cantó nos quedamos absolutamente petrificados de la emoción. En ese momento supimos que Jotas de barro había echado a andar".

La participación de Roberto Ciria desencadenó no pocas anécdotas durante el rodaje del corto, cuyas tres cuartas partes se desarrollaron en Obón durante cinco días de abril de 2015. "No sabíamos que Ciria era tan conocido en Aragón, la verdad", explica Molina. "Así que era divertidísimo porque mucha gente del pueblo, cuando veía una bandera republicana y milicianos correteando por La Solana subía a ver qué pasaba. Y cuando veían a Roberto Ciria, cantando jotas y vestido de militar, entonces sí que alucinaban de verdad".

El rodaje ocupó a los diez miembros del equipo cinco días. "Ojalá hubiéramos podido estar un mes porque fue maravilloso". Según el realizador catalán, "Rubén, el dueño del albergue La Marisica donde nos alojamos, fue nuestro cocinero, nuestro amigo y nuestro productor. Se nos estropeó el generador y nos consiguió electricidad y todo lo que necesitamos durante el rodaje".

Ambientada en Obón

Dado que los orígenes aragoneses de la familia de Artur Molina proceden de Utrillas y Martín del Río, puede parecer extraño que Helio Valero y él ambientaran su historia en Obón. "La respuesta es sencilla. Maite Ferreras, que ha colaborado con el corto, es de allí, nos habló de Obón y vimos que era un buen emplazamiento". "Además con ese pueblo ocurre una cosa muy divertida", comenta entre bromas el catalán. "Y es que aunque es muy pequeñito, apenas 30 habitantes en invierno, todo el mundo tiene un amigo que conoce a alguien que tiene un vecino que es de Obón".

La jota aragonesa

El punto de partida de la historia son las letras de unas jotas, cuando el nexo entre el miliciano y su bisnieto podrían haber sido las consabidas cartas manuscritas. ¿Por qué jotas? "La jota es tradición oral", explica Molina. "Tiene que contarse de padres a hijos, y si en Aragón ha perdurado y todavía perdura es porque así se ha hecho. Y si los aragoneses se han ocupado de hacerlo es porque sienten la necesidad de transmitir sus valores, su historia y su identidad, y eso es algo de lo que también habla el cortometraje".

Al final, en Jotas de barro la jota aragonesa es una metáfora de la propia memoria histórica. Una metáfora de "la necesidad, el deber y la responsabilidad que tenemos por conocer y divulgar nuestro pasado, simplemente para que todo esté en orden en nuestro presente", asegura el realizador.

"Y lo mejor de todo", apostilla, "es que no es necesario ser aragonés para entender todo esto".

Autor:Miguel Ángel Artigas Gracia Teruel