Proponen un debate ciudadano en Andorra sobre la Elevación del Ebro
Los solicitantes son dos ciudadanos que consideran que el proyecto está “sobredimensionado”Dos ciudadanos de Andorra han solicitado al Ayuntamiento un debate abierto a la ciudadanía sobre la calidad de agua de boca, sobre las demandas reales de consumo urbano, industrial y agropecuario y, por ende, sobre el proyecto de Elevación de Aguas del Ebro, cuya primera fase ya está ejecutada.
El escrito reclama un proceso de participación ciudadana que incluya una consulta popular , tal y como recoge el Reglamento de Participación Ciudadana local, y un análisis con información real acerca de Elevación del Ebro, que califican como un proyecto “no sensato desde el punto de vista ambiental” y que consideran no responde a criterios económicos, por contener una demanda “desproporcionada que se apoya en proyectos industriales inexistentes”. Los firmantes apuntan a que el recrecimiento del embalse de Santolea, que ya está en marcha, sería una fuente de recursos hídricos suficientes y de calidad para satisfacer las demandas actuales urbanas e industriales de la villa minera.
Los promotores de esta iniciativa recuperan dos informes elaborados por la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA) en 2006 y por la Fundación Ecodes en 2007. Estos concluían que las estimaciones de demanda futura del proyecto de Elevación del Ebro estaban “sobredimensionadas”, especialmente en el ámbito urbano, mientras que la demanda industrial no quedaba “justificada de forma concreta”, al no detallarse el tipo de empresas que se pretendían atraer a la zona ni la verosimilitud de tal implantación. FNCA detectó que las demandas industriales previstas en el proyecto correspondían a “industrias muy intensivas en uso de agua” como son las papeleras, que, a la vez, son “muy contaminantes”. Y en relación al ámbito agrario, que las expectativas de desarrollo agrario tampoco eran razonables.
El informe de FNCA, que recuperan los firmantes para proponer un proceso participativo, ya alertó además de que los caudales del Ebro podrían no estar disponibles en determinados años secos y que el sobredimensionamiento de caudales establecido en el proyecto provocaría que parte del agua disponible no se usaría, lo que acabaría encareciendo el agua disponible.
El informe es demoledor en relación a la valoración de los costes incluida en el proyecto y el uso lúdico del agua, que para Andorra queda establecido en más de tres millones de metros cúbicos al año, lo que representa más que el conjunto de la demanda urbana actual. Además, “el proyecto no0 apartado de inversiones no contabiliza la amortización de obras ni de infraestructuras, los costes energéticos están mal calculados e infravalorada la inversión en estaciones de bombeo”, etc.
Los firmantes del documento son Vicente Ibáñez Enciso y Miguel Ángel Mesa Raya, que se presentan como “ciudadanos de Andorra”. Ambos defienden que la elevación de Aguas del Ebro no ha tenido en cuenta las repercusiones ambientales del proyecto, que la calidad del agua en la zona de captación en el Ebro prevista es pésima y que su consumo doméstico exigiría procesos de potabilización que incrementarían su coste. Igualmente, critican que se usen fondos del Plan de la Minería para poner en marcha proyectos de infraestructuras “de más que dudosa rentabilidad económica y social”. El proyecto tiene un coste de más de 61 millones de euros. Y por último recuerdan que este proyecto “no es un modelo de desarrollo sostenible
A su vez, recuerdan que desde la redacción del primer proyecto de la primera fase presentado en el año 2005 a la presentación de la evaluación ambiental de la segunda fase, en 2016, Andorra y la comarca han perdido población e industrias. Sin embargo “se han mantenido en el documento los mismos criterios en relación a la evolución de la población (se previó un crecimiento del 3% a 20 años) y en relación a la demanda industrial para la posible implantación de un complejo papelero (4.000 metros cúbicos por hectárea y año, y otros 2,8 hectómetros cúbicos anuales).
Según los firmantes, la población de los pueblos de la Mancomunidad de Aguas del Ebro se ha reducido un 3,98%, según datos del Instituto Aragonés de estadística.
Vicente Ibáñez asegura que sólo un grupo municipal -Asamblea- en el Ayuntamiento de Andorra ha contestado a su solicitud en los meses que han transcurrido desde que la presentaron. Este ciudadano defiende como alternativa a la Elevación del Ebro los recursos hídricos del Guadalope, de los que ya se abastece, desde el pantano de Calanda, la central térmica de Andorra, que tiene una asignación de agua de la que siempre quedan caudales sobrantes. El documento presentado al Ayuntamiento recoge lo recogido en el Plan Hidrológico del Ebro de 1998, según el cual, el volumen demandado para la refrigeración de la central térmica es de 18 hm3/año, de los cuales aproximadamente el 28 % (5,04 hm3/año) retornan hacia el río Regallo.
Por la potencia instalada total, a la central de Andorra le corresponderían 30,84 hectómetros cúbicos de agua al año (su potencia es de 1.101,4 MW). Sin embargo, su consumo en 2016 fue de 9,62 hectómetros cúbicos anuales, así que los firmantes consideran que el margen hasta los 18 hm3 concedidos en la actualidad es importante y que contando con un retorno de 5,04 hm3 al río Regallo, no es arriesgado suponer que estarían disponibles al menos 4 hm3 para abastecimiento de Andorra de un agua de calidad muy superior a la del río Ebro
Esta dotación es la asignada a la central con un embalse de Santolea con capacidad para almacenar 43 hectómetros cúbicos de agua, que se duplicarán en cuanto esté terminada la obra de recrecimiento, financiada, además con el 50% de fondos procedentes del Plan de la Minería. Según Ibáñez, “es un contrasentido y una barbaridad ambiental coger agua del Ebro y subirla a la cabecera de los ríos, cuando se puede coger de las cabeceras como la del Guadalope, porque baja rodada y además es de mejor calidad”.
Dudas en la Mancomunidad
Además, insistió en que aunque esté construida la primera fase de la Elevación del Ebro “no se tiene por qué construir la segunda, porque representa una inversión millonaria y a la primera se le pueden plantear soluciones” y más “cuando el agua del Ebro no solucionará los problemas de calidad del agua en Andorra”, recordó. En este sentido, el firmante del documento se preguntó “qué costes de elevación a 400 metros de altura acarreará esta obra”, e insistió en que “la propia Mancomunidad ya se planteó esta cuestión proponiendo la instalación de generadores eléctricos para pagar la tarifa eléctrica, propuesta que no figura en la segunda parte del proyecto, donde también han desaparecido los depósitos y balsas que se plantearon en los términos de Albalate del Arzobispo y Alloza”.
Por otra parte, argumentó que “un proyecto de esta trascendencia, y no sólo éste sino todo lo que se ha hecho con los planes Miner, debería valorarse entre la ciudadanía, porque la población ha estado poco informada y no ha podido participar de las decisiones”. Además, insistió en que “si vamos a abordar una transición del carbón esperamos que se haga bien, porque si no, será un fracaso a la perspectiva”.