Francisco Etxeberría: “Hay que resignificar el Valle de los Caídos y llevarse de allí a Franco”
El prestigioso forense que ha exhumado más de 8.000 cadáveres represaliados en 18 años ofreció una conferencia en TeruelFrancisco Etxeberría (Beasaín, 1957), es uno de los médicos forenses más reputados y afamados de nuestro país. Ha participado en casos históricos como el de Lasa y Zabala, los niños José y Ruth Bretón asesinados en Córdoba, la exhumación de los restos de Víctor Jara, Salvador Allende o Miguel de Cervantes, y a lo largo de los últimos 18 años ha exhumado más de 500 fosas comunes de la guerra civil, recuperando los restos de más de 8.000 represaliados.
Durante el pasado mes de abril protagonizó una de las ponencias de las Jornadas por la Memoria Histórica en Teruel organizadas por la Asociación Pozos de Caudé, con la que ha trabajado codo con codo en algunas exhumaciones en Teruel.
Etxeberría tiene claro que cualquier forense ha de ser siempre objetivo en su trabajo, pero jamás neutral cuando hablamos de una vulneración de los Derechos Humanos. En ese sentido afirma que el derecho a conocer la verdad nunca prescribe, y que la Memoria Histórica es un proceso que España debe completar necesariamente. No es buenismo, sino cordura democrática.
- ¿Qué papel han jugado las exhumaciones de represaliados en el proceso de la Memoria Histórica?
- Ha sido su auténtico motor. En el año 2000 tuvo lugar la primera con cierta metodología y un equipo cualificado, y desde entonces han evolucionado mucho, y han arrastrado el desarrollo de movimiento de Memoria Histórica que se ha abierto en muchas más direcciones; el cine, la música o la poesía, en muchos ámbitos de la sociología, psicología o la política. La gente había oído hablar de las fosas, pero cuando comenzó a ver fotos de decenas de esqueletos apilados en prensa y televisión fue cuando empezó a negarse a mirar hacia otro lado.
- He leído que usted ha lamentado no haber empezado antes a exhumar restos de represaliados.
- Desde luego. Hay que recordar que no somos pioneros ni mucho menos. Después de la muerte de Franco, en los últimos años setenta, muchas familias se decidieron a ir al monte para sacar los restos de sus desaparecidos. En aquella época nadie estuvimos atentos a la ayuda que se merecían. Aquello se hizo no voy a decir que a escondidas, pero casi; durante los fines de semana y sin medios técnicos ni por supuesto económicos. Aquellas familias hicieron lo que pudieron en un fenómeno muy interesante, poco estudiado y conocido, que tuvo lugar por toda España.
- ¿Se exhumaron así muchos restos?
- Muchísimos. En Soria, La Rioja, Aragón, Palencia... se hicieron exhumaciones masivas. Y las hicieron protagonistas de esas historias; viudas de los muertos, hijos y hermanos... No como ahora, que ya estamos hablando de otras generaciones. Digo esto porque entonces no estuvimos atentos, y cuando en el año 2000 volvió a surgir este fenómeno, pensé, quizá porque entonces ya tenía más formación, que esto no podía desarrollarse sin una implicación técnica. Los historiadores se habían preocupado mucho, y en 2000 desde el ámbito forense decidimos unos cuantos, la mayoría profesores de la Universidad, meternos con este tema.
- En Aragón está aprobado el Proyecto de Ley de la Memoria Democrática. ¿Esta herramienta será útil para cubrir las necesidades que existen?
- Sí. Aragón además tiene los antecedentes de lo que, sin ley, han sido reglamentos, regulación, formalidad y equipo de la propia administración, a los cuales yo he ido conociendo. Han hecho las cosas procurando que existiera un criterio moderno. Es decir, lo que se ha hecho en Aragón, hasta ahora, se ha hecho bien. Y la Ley no solo va a servir para que se regulen mejor la exhumaciones, sino que se ampliará a otros aspectos.
- ¿Qué aspectos?
- Hoy hablamos de fosas, pero la Memoria Histórica es mucho más que recuperar restos y hacer un análisis genético, que es lo que parece que nos atonta a veces. Son otras muchas cuestiones y otras competencias profesionales. Y ahí la Ley va a poder meterse de lleno en ese abanico.
- ¿Desde el punto de vista puramente económico u organizativo, exhumar todos los represaliados que quedan en cunetas y fosas comunes es una empresa inabarcable?
- No. Yo suelo decir que si hubiera un poco de formalidad y voluntad, en una o dos legislaturas se podrían acabar con todas las fosas. Siempre que se formaran unos equipos estables que trabajaran en esto durante todo el año. ¿Y cuánto costaría? Pues lo mismo que cuesta enviar a un archivero a investigar unos documentos. Eso tiene un precio tasado en el Boletín Oficial del Estado para los Centros de Investigación. Hay unas tarifas por hora, por día, por semana, por mes o por año que están establecidas. Y no es desequilibrante para ningún presupuesto. Pero es que hay mucho más que eso. A nivel municipal, y además sin gastar dinero, también se pueden hacer muchas cosas en positivo, pero hace falta valor democrático y un discurso de Derechos Humanos. Se puede convocar un Pleno en el Ayuntamiento y anotar en el acta qué es lo que pasó y qué muertos se produjeron en ese municipio concreto. Eso costaría cero euros y sería la primera vez que tendríamos un documento oficial que lo registrara, en el cual cabe la libre expresión de todos los concejales que nos están representando. Para hacer eso tan fácil no se necesita más planificación ni más gasto. Se puede hacer, y si no se hace es porque muchas veces ni se piensa en ello. Pero quizá la influencia de la Memoria Histórica nos lleve a comprender todo esto de manera natural y se terminen haciendo muchas cosas de este tipo. En el campo de la música, de la poesía, del teatro o del cine ya hay iniciativas que han surgido en la lógica de la comprensión de que esta tragedia, vivida en el siglo pasado, puede tener un valor para hablar del futuro.
- Aunque, como acaba de recordar, no existe ningún registro oficial, suele decirse que en España existen cerca de 120.000 desaparecidos, una cifra que nos sitúa como el segundo país del mundo únicamente por detrás de Camboya... ¿Es un dato exagerado?
- Es un dato exacto respecto a lo que ocurrió, pero no en tanto a lo que queda por hacer. Es decir, ya no quedan 120.000 personas enterradas en las cunetas españolas. Muchas se han abierto y recuperado, en muchos casos por las propias familias sin que haya quedado constancia oficial o científica de eso; otras no se podrán localizar jamás porque el urbanismo ha crecido, y lo que eran las afueras del pueblo hoy puede ser un polígono industrial o la ampliación de la carretera que cuando se hizo no tuvo en cuenta lo que había debajo... No quedan 120.000 desaparecidos, sino bastantes menos. Nosotros, entre unos equipos y otros, hemos recuperado unos 8.000 esqueletos en estos 18 años. Calculo que nunca vamos a llegar ni al 20% de lo que fue la cifra real, también porque parte de los represaliados fueron enterrados en cementerios, que se reutilizaron en pueblos que han crecido, así que no queda nada como para que tengan que intervenir antropólogos o arqueólogos forenses. Lo que sí queda es una dimensión de valor histórico y de reconocimiento político, con independencia de que se encuentren o no unos huesos.
- ¿Existen fosas de asesinados por parte de los republicanos?
- Creo que no son muchas pero sí, hay algunas. De hecho dos de las 500 fosas que se han abierto en estos 18 años correspondían al bando de los franquistas. Yo mismo intervine en esas exhumaciones y fuí objeto de críticas.
- ¿Fue criticado por exhumar asesinados del bando franquista?
- Sí, y no entiendo por qué. Nosotros tenemos que poder auxiliar, si llega el caso, a todo lo que se suscite como una fosa con restos. Yo suelo trabajar en lugares de todo el mundo y no voy por ahí preguntado a qué partido vota la persona que me ha llamado. Pero hay que reconocer que las fosas de aquellas víctimas asesinadas por los republicanos son mucho menores en cantidad, y además fueron dignificadas en su día a sus familias a través de los libros oficiales. La historia de los muertos del lado franquista ha tenido una oficialidad en España que no han tenido, y siguen sin tener, los muertos del lado republicano.
- Ya que menciona las críticas, es curioso que su trabajo se utilice como arma política tantas veces. Usted ha levantando fosas de represaliados por parte de los franquistas y demostró que en el cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo habían tenido lugar torturas sistemáticas, lo cual molestó a buena parte de la derecha. Pero también demostró que Salvador Allende se suicidó en el Palacio de la Moneda de Santiago de Chile, lo cual también molestó a una parte de la izquierda...
- Pero es que a nosotros siempre nos pasa esto. Los especialistas en los forense no somos parte en la discusión, aunque tenemos sentimientos, corazón, ideología y votamos, por supuesto. Nosotros, igual que los periodistas, tenemos que ser objetivos e imparciales. Pero hay una cosa que hay que aclarar; cuando se trata de vulneraciones de los Derechos Humanos no podemos ser neutrales. Esto es muy discutido porque hay gente que no lo comparte. Yo debo ser objetivo e imparcial; quizá no lo he sido siempre pero debo intentarlo a toda costa. Pero no debo ni quiero ser neutral. Yo no puedo decir que, como a mi no me toca, no sé nada. Soy funcionario público y profesor de la Universidad. ¿Cómo me voy a abstener bajo el argumento de la neutralidad diciendo que busquen a otro? Hace tiempo me di cuenta de que esto no puede ser así, y me di cuenta no por el discurso del derecho penal o de la ciencia forense, sino por influencia de la criminología y la victimología, que sitúan en el centro de todo a la víctima, perjudicado o afectado. Una víctima plantea unas necesidades que hay que atender si somos una sociedad moderna del siglo XXI. Y es que además todo esto sirve para consolidar los valores democráticos. Cuando alguien nos pregunta que por qué hacemos esto de las exhumaciones me da la risa. Esto sirve para ensanchar el discurso de los Derechos Humanos, y eso es sagrado. Luego estará la utilización política, pero eso es muy viejo. Los médicos forenses casi siempre quedamos mal. En los casos de violencia de género, en tanto que no somos parte siempre quedamos mal ante una de las dos partes que están en litigio cuando opinamos. Pero va en nuestro trabajo y estamos acostumbrados.
- ¿Qué opina de los trabajos preliminares de exhumación que se iniciaron en el Valle de los Caídos en abril?
- Por el momento ha entrado un equipo de técnicos e ingenieros que van a evaluar cuál es la seguridad de la propia instalación, que es una construcción de hormigón descuidada y afectada por filtraciones, y antes de dar otro paso quieren saber si es factible o no entrar allí y empezar a sacar cajas y moverlas, o antes hay que apuntalar techos. Esa es la tarea previa a lo que luego tiene que ser lo puramente forense. Yo mismo estoy designado en parte por las familias que están allí, a través de su abogado. Puede que un día tenga que ir, o no, pero por delante están otros técnicos. Mi opinión es que no se puede impedir el derecho que tienen las familias a buscar los restos, porque nadie es propietario de ellos. Además la sentencia judicial en vía civil lo dice muy claramente. Este paso había que darlo y es fundamental, y servirá para otras cosas, entre otras la acción reparadora, que comienza cuando ves que la Administración que tú mismo mantienes con tus impuestos te comprende y te auxilia cuando llega el momento.
- ¿Se ha abierto un melón que había que abrir antes o después?
- Claro. Se abrió en Pamplona con el minivalle de los Caídos en el centro de la ciudad, donde estaba enterrado Mola, que provocó la sublevación militar ni más ni menos, y Sanjurjo, además de otras personas. Cuando se hizo eso parecía que se iba a hundir la ciudad y no pasó absolutamente nada. Se hizo la tarea y hubo familiares que lo comprendieron, que no se extrañaron de que en el siglo XXI se quisiera eliminar ese estigma de una herencia franquista instalada en un monumento, que recuerda una serie de valores inaguantables. Yo participé en esas exhumaciones y todo sigue funcionando con normalidad. De igual forma y aunque por tamaño no es comparable, el Valle de los Caídos hay que resignificarlo y reconstruirlo en el sentido simbólico y pedagógico. No puede ser que Franco esté enterrado allí, pero eso ya lo dijo la Comisión de Expertos, que por cierto tiene una composición muy variada en lo político, y que estuvo de acuerdo con sacar a Franco del Valle de los Caídos porque no le corresponde estar allí. Luego vendrá la dificultad de encontrar al genio diseñador y artista japonés que sea capaz de cambiar la simbología de un edificio que representa el fascismo, la dictadura y el franquismo. Pero esa será otra.
- Recientemente estuvo al frente de los trabajos de recuperación de los restos de Cervantes en el convento de las Trinitarias en Madrid. ¿Cómo se cerró ese asunto?
- Allí estuvimos historiadores, arqueólogos, antropólogos y forenses. Estamos convencidos de que hemos encontrado el conjunto de restos que se trasladó desde el suelo de la primitiva iglesia a la segunda iglesia, entre los cuales están los de Cervantes. El problema es que están mezclados con los de otras quince personas. Cervantes fue de los primeros en ser enterrados en esa iglesia, pero comenzaron a construir otra y 80 años más tarde, aproximadamente, se inauguró. Y se dio la orden de sacar los restos y trasladarlos a la nueva. Eso lo hemos comprobado a través de un papel fundamental encontrado en el archivo de las monjas Trinitarias Descalzas que nunca se había visto antes, en el que consta que en una fecha concreta y a una serie de trabajadores se les pide el traslado, e incluso se relata lo que cobraron por hacerlo. Pero el traslado no fue individualizado, sino que se llevó todo mezclado como si fuera un osario. Podemos descartar algunos huesos que son de mujer, pero lo que podemos atestiguar es que entre esos restos están los de Cervantes. Si eso a la gente le parece insuficiente lo lamento, pero al menos sirvió para que, en radio, prensa y televisiones de todo el mundo, se hablara en positivo de España. Ninguna campaña de publicidad hecha con tal fin hubiera tenido tanto efecto.
- Ha participado en muchos casos históricos y muy mediáticos , como este de Cervantes, el de los niños José y Ruth Bretón, Víctor Jara, Neruda, los 8.000 represaliados cuyos restos se han recuperado... ¿hay alguno que recuerde en especial?
- Para mí siempre será impresionante aquel día que encontramos a dos guipuzcoanos que habían sido secuestrados en Francia, trasladados a un centro clandestino de detención que era el Palacio de la Cumbre en la ciudad donde yo vivo, a 500 metros del Palacio de Justicia, en tiempos de democracia, y los hicieron desaparecer. (Se refiere a los etarras José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, detenidos en 1983 ilegalmente por los GAL en Bayona, torturados en San Sebastián y asesinados y enterrados en Alicante por orden del general Galindo). Eso es muy fuerte, peor que eso, peor que la lucha antiterrorista sucia e ilegítima no sé si puede caber. Eso me condicionó bastante, porque en aquellas fechas yo trabajaba creyendo que ya estábamos en otros tiempos, creyendo que la Administración de Justicia estaba mejorando incorporando jueces y personas jóvenes, creyendo que nos estábamos zafando de la herencia franquista. Y sin embargo aquello me recordó que no todo estaba cambiando. Pero más allá de eso recuerdo todos los casos, uno por uno. Me impresionó tener los restos de Víctor Jara en la mano, a quien no me puedo imaginar inerte, como un objeto, con su mandíbula o sus dientes tan característicos, porque enseguida me evocaba su imagen el blanco y negro como cantante. Cuando lo mataron yo era un estudiante, aquí estábamos acabando una dictadura y en Chile estaban inaugurando la suya. Y luego están los mensajes de Salvador Allende en la radio, en 1973, cuando se daba cuenta de que estaba quedándose solo y que nadie en el mundo le va a ayudar, cuando veía que iba a triunfar la dictadura de un militar traidor como Pinochet. Todavía me parece mentira que en 24 horas se pueda producir una involución de esas proporciones en todo un país. Los éxitos y avances sociales cuestan años, y algunas involuciones se dan en pocas horas, las que se tardó en matar y torturar masivamente a la gente. Y cuando oigo esos mensajes radiofónicos de Allende, que pueden rescatarse a través de internet, todavía me impresiono.
- ¿En su oficio se llega a hacer callo?
- Lo mío no es nada. Mis compañeros médicos que están en los Servicios de Urgencias, donde todos los días pierden a pacientes, sí que lo tiene duro.