El CRA de Báguena pide cambios en las rutas escolares para impulsar los pueblos
Un estudiante de magisterio plantea escolarizar a los niños en los centros más cercanos a su casaLas rutas escolares deberían llevar a los niños hasta los pueblos más cercanos y no hasta la capital comarcal. Sería la fórmula para mantener más escuelas abiertas en los pequeños municipios y emplear los CRA para lo que realmente se crearon, que es vertebrar el territorio. Este es el planteamiento que realiza Pablo Guerrero, un estudiante de magisterio y padre de una niña escolarizada en Báguena, que pertenecen al CRA de El Poyo del Cid.
Guerrero ha realizado un análisis, con el apoyo del centro escolar, de la situación educativa en el área de influencia del CRA de El Poyo del Cid, en la comarca del Jiloca y en él se cuestiona el respaldo de la administración al modelo educativo rural puesto que las rutas escolares establecidas y, por tanto, las ayudas a los padres, contemplan el traslado hasta la cabecera de la comarca, en Calamocha, y no al municipio más cercano con escuela abierta.
En este sentido, en el informe que aún está sin concluir plantean que los municipios desde los que se trasladan niños a Calamocha -que son Allueva, Bea, Lagueruela, Burbáguena, Luco de Jiloca, Anento, Bádenas, Lanzuela, Villahermosa, Cucalón y Ferreruela- suman 27 alumnos. Además, hay varias localidades -Loscos, Nogueras, San Martín Del Río y Santa Cruz de Nogueras- que también integran la comarca y están dentro del área de influencia del CRA El Poyo del Cid pero los pequeños están escolarizados en municipios de comarcas limítrofes.
El CEIP Ricardo Mallén de Calamocha tiene 400 alumnos matriculados y 46 son transportados a diario desde otras localidades, algunas de ellas, como Bádenas y Allueva, situadas a una hora de viaje. Según Pablo Guerrero, los padres deberían tener la opción de elegir llevar a sus hijos a los colegios más cercanos, algo que ahora no pueden hacer puesto que el transporte y el comedor solo lo tienen cubierto si los desplazan hasta Calamocha.
El objetivo que se marca y para el que cuenta con el profesorado del propio colegio rural es promocionar el CRA de El Poyo del Cid para que juegue un papel vertebrador. En este sentido, plantean la creación de nuevos centros en la zona de vacío por la que discurren dos de las rutas que llegan al CEIP Ricardo Mallén de Calamocha. Además, proponen promover la creación de otros servicios como guarderías, bibliotecas, comedores o actividades extraescolares para “equiparar las condiciones de los CRAs con los de las localidades grandes”, según figura en el informe, donde también se destaca la importancia que en la prestación de estos servicios tiene la colaboración de ayuntamientos y otras instituciones.
“La respuesta educativa a los alumnos es muy buena, pero no se está desarrollando el concepto de CRA, ni vertebra las zonas ni se supera la idea de las escuelas municipales de antes”, lamenta el estudiante de magisterio. Así, a la escuela de El Poyo del Cid solo van los niños de esta pedanía, mientras que a la de Báguena asisten los críos que viven en esta localidad “pese a que alrededor hay entre 30 y 50 niños que van a Calamocha, es paradójico que hagan tantos kilómetros teniendo a tan solo 3 una escuela”, lamenta Guerrero.
Dar a conocer el trabajo
El informe, que según dice su autor no está acabado, ya se lo han dado a conocer tanto al presidente de la Comarca del Jiloca, José Antonio Ramo, como al director provincial de Educación en funciones, Pedro Joaquín Simón. Además, esta misma semana se ha presentado a los alcaldes de la zona y el siguiente paso será darlo a conocer entre las familias para “recoger sus inquietudes y demandas y elaborar una propuesta completa y consensuada para llevar a Educación”.
A su juicio, “la situación idónea es aquella en la que los alumnos acceden fácilmente y en tiempos razonables a sus centros, pueden educarse en su propio entorno”. El autor del estudio es un defensor a ultranza del modelo educativo que plantean los CRAs, de los que destaca las bajas ratios, que no superan los 15 alumnos por clase, algo que permite una “estrecha relación con el profesorado y atención individualizada”.
Además, el investigador destaca que el acceso al conocimiento se produce muy frecuentemente “en contacto directo con la realidad, en plena naturaleza”. También alaba la participación activa de las familias en el proyecto educativo.
Sin embargo, pese a que Pablo Guerrero habla de las ventajas pedagógicas para el alumnado en los centros rurales, también reconoce que son plazas “de difícil desempeño” que exigen desplazamientos y una mayor preparación y planificación de las clases que en un colegio convencional. El investigador argumenta que estos puestos requieren “creatividad” a la hora de diseñar actividades compatibles para niños de diferentes edades y además precisa que los docentes no tienen formación específica para afrontar estas peculiaridades.
Pablo Guerrero manifiesta que la educación rural de calidad puede ser un gancho para atraer familias a los pueblos. Y el ejemplo lo tiene cerca puesto que él se mudó junto a su familia a Báguena desde Zaragoza en busca de otro tipo de vida.