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“España sigue pagando el precio de las depuraciones de los maestros” “España sigue pagando el precio de las depuraciones de los maestros”
Pilar Abós, durante la conferencia que impartió en el Campus Universitario de Teruel. M. Artigas

“España sigue pagando el precio de las depuraciones de los maestros”

La investigadora Pilar Abós ofreció una conferencia sobre Memoria Histórica
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La profesora e investigadora Pilar Abós protagonizó este miércoles la conferencia de las jornadas A 80 años de la batalla de Teruel que organizan CNT, CGT y la Universidad de Zaragoza, que tuvo lugar en el Campus de Teruel. Abós ha sido coordinadora de Franquismo y magisterio. Represión y depuración de maestros en la provincia de Teruel, obra publicada en 2015 por la Universidad de Zaragoza y el Instituto de Estudios Turolenses con artículos de varios profesores, entre ellos la propia Abós, y la tesis inédita hasta la aparición de este libro de la profesora e investigadora Amparo Sánchez Martín, fallecida en 2014. Dicha tesis abordaba la temática de la depuración de maestros que se dio en Teruel tras la guerra civil y los primeros años del franquismo, una operación gubernamental destinada al modelado de la sociedad desde la escuela que costó el trabajo, el exilio y en muchos casos la vida a numerosos profesores, y cuyo lastre, según Pilar Abós, “todavía estamos arrastrando en España”. 

Pilar Abós centró su intervención en ese fenómeno que sufrieron las escuelas de numerosos pueblos de la provincia, y que en Teruel tuvo especial incidencia: “Yo no tengo datos de otras provincias con las que comparar, pero fue muy sangrante en Teruel en el sentido de que, por ser una provincia muy rural, tenía mucho maestro formado en el espíritu republicano, con ideas pedagógicas muy innovadoras que se habían empezado a poner en marcha en los años 20, antes incluso de la Segunda República. Y casi todos fueron depurados”. Así, que lo que podría haberse convertido en una gran ventaja educativa para Teruel, con numerosos profesores con programas innovadores inspirados habitualmente por el ideario anarquista, se convirtió en una rémora, ya que las escuelas turolenses  fueron ocupadas, en muchos casos, por maestros con escasa experiencia, en algunos con escasa formación, y en casi todos dispuestos a seguir al pie de la letra los programas franquistas de educación, doctrinarios por encima de cualquier otra consideración. “La educación del primer franquismo fue el ordeno y mando, y con unas directrices muy claras para adoctrinar a los niños”. 

Pilar Abós explica que la depuración de maestros fue una operación bien organizada por parte del régimen totalitario que respondía a unos fines muy concretos: “La Comisión D, que fue la que se dedicó a la depuración de los maestros, contó con unas normas escritas, un protocolo de actuación que estaba muy claro”, pero que dejaba el suficiente margen de maniobra para que las fuerzas vivas de cada localidad pudieran actuar contra maestros de forma completamente subjetiva. “De pertenencia oficial a partidos políticos o sindicatos ya ni hablamos, pero además se establecía que un maestro podía ser depurado por un informe negativo del cura del pueblo porque no iba a misa. Hubo casos de padres con cierto poder que estaban enfadados porque había sido el maestro de sus hijos, o que presentaban conductas no decorosas, y ahí podía entrar cualquier cosa”. A pesar de ello, “hubo maestros que no fueron depurados y que intentaron seguir haciendo su trabajo con dignidad a pesar del régimen. En los sitios donde pudo darse el caso, los hubo”.

Ese modelo educativo, con mayor o menor rigidez, se mantuvo hasta la Ley de Educación de 1970, que significó la puesta en marcha de la EGB y la educación obligatoria hasta los 14 años. “Esa Ley se aprobó con Franco todavía vivo, y ya tenía cierto talante diferente. La presión mundial hizo que tuviera que relajarse el esquema educativo del franquismo, así que los años 70 y los 80 fueron los que vieron surgir en España todos los modelos de innovación pedagógica, con muchísimo retraso con respecto a Europa, claro”. Desde entonces han cambiado muchas cosas, pero Pilar Abós sostiene que España sigue pagando el precio de más 30 años de adoctrinamiento en las aulas. “La relación entre el Estado y la Iglesia y la responsabilidad de la Iglesia en la educación que hoy mantiene viene de entonces. Esto no quiere decir que los centros educativos privados o de la Iglesia no puedan ser incluso más innovadores que los públicos, pero ahí hay cosas que hay que revisar”. Otro de los lodos que vienen de aquellos polvos, según la investigadora, es el propio prestigio que tiene hoy día la figura del profesor. “El profesor no está bien considerado hoy en día, y en parte es  porque, después de las depuraciones, el maestro dejó en muchos casos de ser una persona culta y libre que aportaba cultura y educación a una España en buena parte analfabeta”.