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Una mirada a la belleza desde el canon clásico Una mirada a la belleza desde el canon clásico
El escultor Jorge Egea rodeado de algunas de sus creaciones. Ayo Cabrera

Una mirada a la belleza desde el canon clásico

Jorge Egea expone en Alcañiz más de 20 años de trabajo en Spiritvs Classicvs
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Jorge Egea (Zaragoza, 1975) era demasiado figurativo para la Barcelona vanguardista y conceptual de hace dos décadas, cuando empezaba en el mundo de la escultura, y es demasiado abstracto (en el sentido de buscar la representación de un ideal de belleza y no una copia idéntica del natural) para el hiperrealismo que se persigue en la actualidad.
Ese nadar de forma constante y recalcitrante a contracorriente le ha permitido ir construyendo una trayectoria artística homogénea y coherente, en la que reivindica el arte como una herramienta de búsqueda del ideal de la belleza a través, en su caso, de los cánones de las culturas clásicas.
Entiende la escultura como un espacio estético de nueva creación, mucho más allá de la mera copia, por un lado, o representación, por otro, de la realidad. Como decía su maestro, el escultor catalán Josep Salvadó Jassans, “el reto es humanizar la geometría y vivificar la naturaleza”.
La sala de exposiciones de Alcañiz acoge hasta el próximo 23 de abril Spiritvs Classicvs, una exposición de su obra que abarca toda su carrera y que, sin ser retrospectiva, explica las motivaciones artísticas que han guiado su cincel desde los inicios a través de la tradición griega y romana. Está compuesta por 31 piezas realizadas desde mediados de los 90 a este pasado verano; fundamentalmente escultura en bronce y terracota, pero también mármoles y resinas acrílicas, y seis pinturas de 1994, estudios y dibujos de formación realizados con otras obras de arte como modelos.
Fue precisamente en esa época cuando el artista, que procedía de la pintura, abandonó la doble dimensión para pasarse a la tercera. “Yo me había formado como pintor desde los diez años y en Bellas Artes fui por ahí”, explica Egea, pero pero cuando conocí la escultura, el modelaje y el contacto con la materia me enamoré y dejé todo lo demás”. De hecho este artista de padre y madre alcañizanos pero afincado en Barcelona desde la infancia no había expuesto todavía como escultor en la capital del Bajo Aragón, ya que su primera y única muestra allí fue en 1993, en la antigua Sala Ibercaja, cuando solamente pintaba.
El conjunto de la exposición explica la coherencia interna de la obra de Jorge Egea y explica su forma de entender la figura humana, basada en la concepción clásica de la belleza.
“Con cada escultura trato de buscar la belleza del cuerpo humano, captar la belleza natural. La obra no es la representación de un modelo real, sino una creación en sí misma. Por eso huyo de detalles como arrugas o imperfecciones”, asegura.
Así pués, no se trata de imitar las esculturas grecorromanas para hacerlas pasar por tal, sino de asimilar sus cánones de belleza para esculpir obras nuevas y contemporáneas. “Los modelos no son obras de arte clásicas sino personas y actitudes contemporáneas, pero en lugar de buscar esa contemporaneidad de la persona, de la ropa que lleva o de su gesto, busco la belleza que encierra de acuerdo con la visión clásica”.
El escultor trabaja con deportistas, actores o modelos profesionales, con cuerpos casi perfectos, “pero no busco duplicados, sino reflejar desde un punto de vista realista la esencia de lo que significa esa belleza. No me interesa el virtuosismo del hiperrealista ni la simplificación de la abstracción”.