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'Pel camí de Singra', la búsqueda que llevó a una familia catalana al corazón del Jiloca 'Pel camí de Singra', la búsqueda que llevó a una familia catalana al corazón del Jiloca
Rafa Saiz y su hija Mar ojean el libro que han publicado sobre la historia de Federico Centelles

'Pel camí de Singra', la búsqueda que llevó a una familia catalana al corazón del Jiloca

Rafa Saiz publica un libro sobre la historia de Federico Centellas, soldado republicano de Jorba
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Federico Centellas era un vecino de Jorba, en la comarca barcelonesa de Anoia, que probablemente en abril de 1937 no había puesto un pie en la provincia de Teruel en su vida. El 15 de ese mes llamaron a su puerta y fue reclutado para luchar contra las tropas rebeldes que estaban poniendo en jaque la joven y maltrecha democracia española. Como muchos otros jóvenes de la zona marchó con la 123 Brigada Mixta del Ejército Popular, a regañadientes, dejando a su esposa Tereseta sola con su hija, Conxita, de apenas un año.

Federico jamás regresó a su casa. No se le dio por muerto porque su nombre no apareció en ningún parte de bajas, y su rastro desapareció. Tereseta murió en 2006, 69 años después de ver por última vez a su esposo, convencida de que Federico había fallecido en la provincia de Huesca, desde donde le habían llegado sus últimas noticias.

Federico Centellas fue un fantasma hasta 2022. En ese año su nieta Imma, vecina de Capellanes (Barcelona), decidió participar en un proyecto de la Generalitat de Cataluña para crear un banco de ADN de descendientes de muertos y desaparecidos en la Guerra Civil para compararlo con las muestras que se recuperan en las exhumaciones de fosas.

El ADN no la relacionó con ninguno de los restos conservadores, pero la Generalitat de Cataluña le puso sobre la pista con una información que nadie en la familia conocía hasta entonces: en un estadillo de guerra de la 123 Brigada Mixta fechado el 25 de enero de 1938 en Singra (Teruel), se refería que Federico Centellas había salido con sus compañeros pero, como otros muchos, aquel día no regreso.

Ese dato fue lo primero que conoció su familia en casi un siglo. Federico Centelles no había muerto en Huesca, sino que marchó al frente de Teruel con el resto de la 123 BM. Tras el shock inicial Rafa Saiz, marido de Imma y gran aficionado a la historia, decidió tirar de ese pequeño y frágil hilo para desentrañar la historia con la ayuda de su hija Mar, que decidió hacer un trabajo de fin de Bachillerato sobre el tema. Poco a poco el fantasma de Federico fue recuperando solidez hasta convertirse en Pel camí de Singra, una novela documental en la que se narra su peripecia.

Inicialmente publicada en catalán, ya está editándose su versión en castellano, y a finales de junio será presentada en la localidad del Jiloca.

¿Singra?

“Cuando nos llegó esa notificación de la Generalitat no había oído en mi vida el nombre de Singra”, explica Rafa Saiz rememorando su sorpresa. “La mayor parte de la gente de esta zona marchó con la 123 BM a los Pirineos y los Monegros. Después esa unidad marchó al frente a Teruel, durante la batalla del Alfambra. Pero no teníamos ninguna razón para pensar que el abuelo hubiera llegado hasta allí”.

El 25 de enero de 1938 la 123 BM estaba participando en la ofensiva de Singra, había cortado la carretera entre Villarquemado y Monreal y ese día comenzaba una acción para conquistar la cota 1.079 en Los Cabezos. Fracasó y las bajas en las parameras entre Singra y Sierra Palomera fueron numerosas. Unas 3.000 en total. Con casi toda seguridad Federico Centellas fue una de ellas.

“Por aquel entonces las deserciones estaban a la orden del día había mucha gente que se escondía o huía en un intento de regresar a su casa, así que los partes no daban por muerto a ningún soldado si no había cadáver o testigos”, explica Saiz. “Y quedaban en una especie de limbo”.

Una mujer sola y con una hija pequeña lo tenía realmente difícil para salir adelante en aquellos años, especialmente si había sido mujer de un soldado republicano. Teresa pudo hacerlo casándose con otro hombre. Para que se las autoridades se lo permitieran dos hombres tuvieron que mentir ante un tribunal y jurar que había visto morir a Federico en la provincia de Huesca, cuando una bomba alcanzó una ambulancia que lo evacuaba.
 

La suerte volvió a cruzarse con Rafa Saiz cuando, desmontando una cómoda antigua de la familia de su mujer, aparecieron viejas cartas y telegramas, las últimas que Federico había enviado desde la provincia de Huesca a su esposa. “Fue una auténtica revelación”, recuerda Saiz, “y nos permitió cuadrar todas las referencias que habíamos empezado a investigar”.

Las cartas no mencionaban Singra ni Teruel, pero les permitieron confirmar, entre otras cosas, que Federico había sido compañero de otro soldado, Florencio Ollé, maestro de Jorba, que por fortuna había escrito un diario que permitió seguir detalladamente la pista de la unidad durante la guerra.

Viaje al Jiloca

En plena investigación y con casi todos los datos que humanamente podían conseguirse, en agosto de 2023 Rafa Saiz propuso a su hija viajar a Singra y pisar la tierra que se había tragado al abuelo Federico. “Ese viaje fue muy especial. En Singra no conocíamos a nadie, pero cogimos el coche a las 6 de la mañana y nos fuimos para allá”, explica.

Al llegar a Singra bajo el sol de agosto preguntaron a la única persona que vieron por la calle, alguien que estaba guardando un tractor en la cochera, que resultó ser José Fuertes, el alcalde. “Sin más le contamos nuestra historia y qué hacíamos allí... el hombre se entusiasmó y no solo nos ayudó, sino que nos acompañó todo el día enseñándonoslo todo”.

Juntos vieron la fosa común junto al cementerio, las explanadas ante Sierra Palomera y el refugio de Los Cabezos, “y José nos explicó cómo iban por ahí de pequeños, que encontraban restos del combate jugando... se portó muy bien y nos demostró la pasión y el amor que siente por su pueblo y su historia. Aquel viaje fue todo un descubrimiento para nosotros”.

Los Saiz pasaron la tarde en el Museo de la Batalla del Alfambra en Torrelacárcel, “una instalación sensacional que nos proporcionó mucha información”, recuerda el autor. “La verdad es que estar sobre el terreno, subir los cabezos y contemplar esas explanadas... por mucho que leas o te lo expliquen, hasta que no estás ahí no lo entiendes por completo”, señala.

Ensayo y novela

Pel camí de Singra, o Camino de Singra, en su versión en castellano, está estructurado en dos partes bien diferenciadas. La primera de ellas narra cómo fue la investigación de Rafa y Mar Saiz, desde la notificación de la Generalitat de Cataluña hasta ese regreso a los cabezos de Singra 86 años después, pasando por el hallazgo del diario de Ollé, las cartas ocultas en la cómoda o la recopilación de todo tipo de documentación sobre la 123 Brigada Mixta.

La segunda parte del libro narra de forma novelada todo lo que han podido averiguar sobre la vida de Federico desde abril de 1937 cuando abandonó Jorba y el periplo que le llevó de norte a sur de Aragón donde finalmente perdió la vida.

Rafa Saiz asegura que no es escritor ni historiador, sino ingeniero electrónico. “Sin embargo he puesto mucha pasión en este libro. Las noches volaban escribiendo, y cada vez que me llega algún mensaje de alguien que lo lee, y me cuenta que a su abuelo le pasó algo parecido, que se ha visto reflejado, no puedo evitar emocionarme”. Como anécdota, Saiz cuenta que a raíz de la publicación ha conocido el caso de un soldado republicano que nació a 4 kilómetros de su casa en Capellanes, que marchó reclutado y desapareció en aquella infausta ofensiva en Singra exactamente los mismos días que Federico.

Aunque tarde, un reencuentro siempre es un reencuentro. “Mi hija, mi mujer y yo hemos llorado muchísimo escribiendo esta historia”, afirma. “Cuando terminé el libro le enseñé el borrador a mi hija Mar y tardó dos meses en devolvérmelo porque se quedaba encallada en determinadas páginas. La emoción no le permitía continuar, pero son lágrimas bonitas. Lágrimas de descubrir la verdad tras tantos años”.

Pel camí de Singra no cierra la búsqueda. “Encontrar los restos de Federico sería el culmen”, subraya Rafa Saiz. “Pero soy realista... en las enormes explanadas entre Singra y Sierra Palomera murieron y desaparecieron unas 3.000 personas. Es mucho terreno y mucha gente”. Quizá sus restos formen parte de los localizados en 2007 en una fosa común junto al cementerio de Singra. “Siempre vamos a conservar la ilusión de, algún día, poder añadir nuevas páginas al libro y terminarlo definitivamente”.

Hace solo un par de semanas terminó de hacerse la adaptación definitiva de la obra al castellano, que llevará por título Camino de Singra. La obra ya se ha presentado en varios espacios, el 22 de abril Rafa Saiz participará en los actos de San Jordi de Capellanes y además está previsto que para finales de junio presente la obra traducida en Singra. “Tengo muchas ganas porque le estoy muy agradecido al pueblo. Es necesario que tengan visibilidad, que les lleguen inversiones y que nos acordemos de ellos”.