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Me insulta, me maltrata y me tengo que aguantar. Como está prácticamente en las antípodas no puedo controlar a mi perro Buñuel, de visita en Japón desde hace unas semanas y que me llama prácticamente a diario a través de wasap. La última vez ha sido hace pocas horas para decirme que vivinos en una sociedad en la que todos compartimos. Apenas ha dicho la palabra compartir que me he disparado como una ametralladora. “No, no, bandido, ya sé por dónde vas, me llamas para que te envíe más dinero y que puedas seguir viajando de gorra, granuja”, le he dicho. Por supuesto, su respuesta ha sido de indignación. “Solo te digo que hoy día todo el mundo comparte, y que compartir es lo que mueve la vida de miles de millones de personas”, me ha dicho. Y he vuelto a interrumpir a mi perro. Tengo la impresión de tener a un hijo de Erasmus, pero no en Europa, sino en Japón, y no para estudiar, sino para divertirse. Aunque he de reconocer que viajar enseña, y mucho, incluso más a veces que una formación reglada si no se pone interés. Pero de ahí a que me sangre no estoy dispuesto. La llamada de mi perro me ha traído a la cabeza a Truman, el perro protagonista de la película Truman, que ha sido la gran triunfadora de los últimos Goya. Claro, en este filme el protagonista que está enfermo y que se va a morir sablea de lo lindo la tarjeta de crédito del amigo que va a verle. En fin, en ese caso es una buena causa, pero es que mi perro no se va a morir y se empeña ahora en sablearme a mí diciéndome eso de que en este mundo todos compartimos. El cabrito de Buñuel ha tenido la desfachatez de añadir que quien no comparte está anclado en el pasado, en el siglo XIX, que lo moderno es compartir todo absolutamente con todos. Cuando me he serenado diez minutos después de vociferar por el teléfono en medio de la calle haciendo el ridículo -y menos mal que la gente que me veía no sabía que hablaba con un perro-, Buñuel me ha dicho que se refería a compartir en facebook y las redes sociales, que solo quería que compartiese una foto porque no tengo ni una imagen en mi perfil, y me ha colgado tan pancho. A veces somos unos bocazas.