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Dictaduras que renacen

Que el Tribunal Constitucional ha dado la razón a quien la tenía es más que una buena noticia. La ley ya permite ver toros en Cataluña y ole. Suenen fanfarrias con trompetas y timbales y haya todo lujo de verbenas, festejos y fuegos de artificio… Claro que diputados sin honor de allá han dicho que se pasan por el forro la sentencia y no la van a acatar. Allí por lo visto se lo pasan todo por el forro hasta que un día el pueblo diga basta. ¡Y cuidado cuando los pueblos dicen basta! Y por decir, dice también esa alcaldesa de todos-los-barceloneses-y-un-jamón, que de toros nonaina y que ya verá como hace para que ni uno pise Catalonia is not Spain. Pues vale… Lo que ocurre es que en estas disquisiciones y chanchullos parlamentarios y municipales, en esas reyertas políticas de felones desleales y en estas algaradas inconstitucionales, nos hemos dado cuenta de que por el camino al toreo lo han manoseado y utilizado para convertirlo en arma arrojadiza contra o a favor de España. Y gente que no ha pisado en su puñetera vida una plaza de toros está haciendo causa política de él por razones espurias que pretenden asimilarlo a la derecha como causa belli de la izquierda, o al centralismo español como causa belli del nacionalismo. Y ahí andan metiendo mierda entre Cataluña y España, entre animalismo y humanismo o entre veganismo ácrata y los chuletones de Ávila. Y eso nunca ocurrió con el toreo porque el toreo lo fue siempre del pueblo, un espectáculo abierto a todos sin tintes políticos, ideológicos o demás zarandajas. Claro que si el bien mas preciado dejas que te lo soben, deslustren y magreen hasta hacer de él lo que no es, alguna responsabilidad tendrás en ello. ¿Verdad Balañá? Y verdad Chopera, Canorea, Simoncasas, Lozanos, Matillas y demás patulea, y también Ponces, Josetomás, Julis, Victorinos, Miuras y toda la gente que de verdad manda o ha mandado en los últimos tiempos en esto de la Fiesta. Vuestro silencio, inanición y tancredismo les ha entregado el toreo para que peleen, no por él sino sobre él. Para descuartizarse y descuartizarlo. Y es verdad que quizá los toros no vuelvan a Barcelona como vaticinan algunos. Claro que no aunque la ley esté de su parte. Ocurre que en esa guerra política sin cuartel, unos hacen las leyes que el Tribunal Constitucional sentencia pero otros manejan los reglamentos que las regulan. Y esos serán tan draconianos que a ver quién tiene valor de dar el paso. Así que menos fanfarrias pues y dejemos las trompetas para las procesiones. Apena que el toreo perdiera ese tren hace ya más de tres décadas sin una puñetera palabra de sus gestores, catetos aldeanos que no vieron más que su cuenta corriente. Y apena que aunque la ley esté de tu parte venga el primer chulo y se la salte. Los toros, en Perpiñan, como el cine prohibido de aquella vieja dictadura que en Cataluña renace.