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A quién no le asaltan las dudas de vez en cuando? A?todos, desde luego. Lo que es anormal es que le asalten a un perro, aunque si ese animal es mi mascota Buñuel, está fuera de toda duda. Es lo último con lo que me ha salido Buñuel, con que tiene dudas y las mismas le conducen a la inseguridad. Y todo eso me lo cuenta en varios correos eletrónicos que parecen la versión extendida del Quijote porque se deja llevar por sus divagaciones sin apenas utilizar signos de puntuación. La verdad es que de haberlo leído en voz alta tal como me llegó, me habría quedado sin oxígeno al no poder respirar. Hay psicólogos para animales y al final tendré que enviar a mi perro a uno de ellos. Aunque seguramente lo mande mejor a mi expsiquiatra, porque cada vez veo más claro que Buñuel tiene poco de animal y mucho más de ser humano, por muy perro que sea, ya que me cuenta que ahora se ha echado de mascota a un gato en Japón, puesto que es allí donde se encuentra. A veces cuando leo los correos de Buñuel me entran de verdad dudas de si quien tiene que ir al psicólogo o al psiquiatra no es él sino yo. Un vecino me lo dijo el otro día. “Lleva cuidado con la relación de tu perro porque te está consumiendo”, me dijo. Es cierto, me miré al espejo y me vi delgado. Me está devorando este animal hasta en la distancia, sobre todo porque me hace pensar en cosas que, de no ser por él, ni me plantearía. En uno de esos escritos kilométricos me preguntaba desafiante qué pensaba hacer de mayor cuando me jubilase. Y desde entonces no paro de pensar. Me quedan tres largos lustros para llegar a ese momento y hasta que me lo espetó mi perro no había pensado en ello. Ahora me han surgido las dudas y estas conducirán a los miedos, y probablemente de ahí pasaré a la destrucción. Es el conducto reglamentario: al dudar, temes, y al temer, te destruyes. No es mío, lo escribió José Antonio Marina en su Anatomía del miedo. La duda, además, te paraliza, y a estas alturas de la vida no es bueno que el miedo te paralice. No sé, tal vez me vaya a Japón con mi perro Buñuel.