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¿Y ahora qué...?

Esa es la pregunta que se hace todo el mundo si como parece seguro el Constitucional le va a dar la razón al toreo y Cataluña será libre para celebrar festejos taurinos. Libre... qué sonora y hermosa resulta esta palabra y cuanta mofa, befa y escarnio se está haciendo de ella en según qué latitudes. Pero a lo que vamos: ¿Y ahora qué…? Porque supongo yo que Balañá, propietario de la Monumental, debe andar enfrascado en pergeñar la millonaria demanda que le va a endilgar a la Generalitat por estos años sin toros que por supuesto han perjudicado sus intereses empresariales. El problema de esto es que si hay demanda y se gana, la pagarán los catalanes con el dinero de sus impuestos. ¡Toma nísperos que vienen de Soria! Y el político de turno que cometió la tropelía y se echó al monte porque a él la ley se la bufaba y se reía del toreo, de los derechos, la libertad y el respeto debido a un pueblo, descansará en el sofá de su casa con su dinerito a buen recaudo pensando en cómo cometer la siguiente. ¡Ole mi España querida! Claro que no sé yo si Balañá, hombre de sangre aguada, planteará siquiera una queja. ¿Alguien lo recuerda en alguna declaración a favor del toreo o puesto al frente de algún acto de reivindicación? Pero importa poco ya. Lo que de verdad interesa es que el Tribunal Constitucional va a dejar meridianamente claro, en el caso de la tauromaquia, que esto no es una república bananera donde cada cual se pasa la ley por la entrepierna asolando los intereses ajenos. Va a dejar claro a esos alquimistas de tósigos y ponzoñas echados al monte en ayuntamientos y comunidades que no son quien para decidir sobre la prohibición de los toros y ni siquiera sobre votaciones vinculantes para ello. Por mucho que el toreo les suene de forma incomprensible e injusta a pandereta y derechona fachosa, tendrán que acatar la ley y dedicarse a facilitar la vida de sus administrados y no a emponzoñarla como vienen haciendo con la tauromaquia en los últimos tiempos. Uno solo espera que el toreo deje de vincularse a partir de ahora con cualquier ideología política y solo sea lo que desde su mismo origen fue, una fiesta del pueblo llano admirada por intelectuales.