Síguenos

Oliete tiene su propio Stonehenge

El sol atraviesa una oquedad durante los equinoccios de otoño y primavera en el Frontón de la Tía Chula en Oliete

Si en Stonehenge, al sur de Inglaterra, el sol atraviesa el monumento en los solsticios de invierno y verano, en el Frontón de la Tía Chula de Oliete los rayos pasan por la oquedad durante los equinoccios de otoño y primavera.

Si en Stonehenge, al sur de Inglaterra, el sol atraviesa el monumento en los solsticios de invierno y verano, en el Frontón de la Tía Chula de Oliete los rayos pasan por la oquedad durante los equinoccios de otoño y primavera. El fenómeno se produce desde que hace en torno a 4.000 años los moradores de la zona perforaron al menos una oquedad cuadrangular. En la roca hay dos vanos, pero el segundo está obstruido, aunque hasta ahora no se ha estudiado si es a causa de desprendimientos posteriores o porque no llegó a concluirse.

El momento de ver el fenómeno se prolonga desde dos o tres días antes y otros tantos después de los equinoccios de primavera y otoño, en torno al 21 de marzo y al 22 y 23 de septiembre, respectivamente. La hora a la que se ve es entre las 9:20 y las 9:45 ahora en septiembre y algo más temprano, entre las 8:50 y las 9:05, en primavera.

El Frontón de la Tía Chula es, según las investigaciones realizadas, un claro ejemplo de un santuario prehistórico. Allí hay unas pinturas con signos esquemáticos y la representación de un hombre con la cabeza de ciervo, que se ha interpretado como un chamán, asociado a unos signos estelares, según explica José Royo, que es el gerente del Parque Cultural del Río Martín además de la persona que descubrió los abrigos en 1994 y los estudió junto con el arqueólogo Antonio Beltrán en 1995. Junto con esas figuras también había una decoración pectiniforme, es decir, con forma de peine, que representa las dos oquedades que hay situadas a 10 metros de las pinturas. Sin embargo, pese a la cercanía entre ambas, los agujeros en la roca no iluminan las decoraciones rupestres porque alumbran justo enfrente. Las pinturas rupestres se realizaron entre 2.000 y 2.500 años antes de Cristo.

Pese a que desde que se investigó el santuario al año siguiente de su descubrimiento los expertos tuvieron clara la carga simbólica que tenía como lugar sagrado, no fue hasta el año 2005 cuando el investigador Miguel Giribet descubrió que el sol pasaba por la abertura de la piedra.

"Habíamos planteado la hipótesis de que era un santuario asociado al chamán y a los signos estelares y lo poníamos en relación con las dos oquedades, pero no habíamos detectado que pasaba por allí la luz en determinados momentos del año", dice José Royo.

Precisamente el investigador y gerente del parque apunta que el hecho de que el sol atraviese los peñascos en esas oquedades "ha confirmado la hipótesis planteada en el 95". Y es que, como matiza Royo, en el eneolítico conocían el movimiento del sol. "Estamos en un periodo en el que ya había agricultura y ganadería, estaban sedentarizados como muestra que a pocos metros se ha localizado un asentamiento eneolítico", precisa.

Además, hay quien vincula la sombra que proyectan las rocas con una forma serpentiforme parecida a una pintura rupestre que hay pintada en la zona de los barrancos, aunque Royo no está de acuerdo con esta hipótesis.

Investigación del Cefca

En el año en el que se hicieron las pinturas –hace unos 4.000 años aproximadamente los habitantes del territorio no veían pasar los rayos del sol en torno al 21 de marzo y al 23 de septiembre, sino que lo hacían el 6 de octubre a las 8:20 en el equinoccio de octubre y el 9 de abril en torno a las 8:26 en el de primavera. Los datos proceden de un estudio realizado por el investigador del Cefca (Centro de Estudios de Física del Cosmos de argón), Sergio Chueca, en colaboración con el Parque Cultural del Río Martín.

Autor:M. Cruz Aguilar Teruel