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Una cajita muy especial que guarda 20 años de la esencia de Albarracín

Grassa Toro (i) y Pérez Arteaga el día 8 de septiembre en Albarracín

"Si alguien fuera capaz de recopilar todas las fotografías que se han hecho de Albarracín, si además fuera capaz de extenderlas sobre las calles, las fachadas, los árboles el cielo, si eso fuera posible, no quedaría un solo rincón sin cubrir".

"Si alguien fuera capaz de recopilar todas las fotografías que se han hecho de Albarracín, si además fuera capaz de extenderlas sobre las calles, las fachadas, los árboles el cielo, si eso fuera posible, no quedaría un solo rincón sin cubrir". Son las primeras líneas de la definición de Fotografía, la palabra elegida por el escritor Carlos Grassa Toro para representar la letra F del abecedario que ha creado sobre la ciudad. Se trata de unos cuidados textos con los que resume la esencia de Albarracín y que han servido, junto con las ilustraciones de Miguel Ángel Pérez Arteaga, para completar el obsequio en forma de cajita con el que la Fundación Santa María ha conmemorado su 20 aniversario.

El regalo se entregó a todos los asistentes a la inauguración de la Catedral de Albarracín, que tuvo lugar el pasado 8 de septiembre y se trata de un "producto especial", hecho con mucho cariño y que Antonio Jiménez, gerente de la entidad, explicaba que se ha diseñado con el objetivo de que la gente lo guarde como recuerdo.

Junto al librillo cosido a mano con textos de Grassa Toro y dibujos de Pérez Arteaga la caja de cartón contiene un desplegable en el que se recoge la historia de la Fundación Santa María –y con ella, por supuesto, la de Albarracín– a través de más de 90 fotografías y de un texto firmado por Antonio Jiménez.

Presente, pasado, gente...

"No es una publicación al uso", añade al respecto Carlos Grassa, "es una visión caleidoscópica de Albarracín, un abecedario con 28 entradas que me ha permitido hablar del presente, el pasado, del vecindario, la gente que viene...", matiza. Para la elaboración el artista estuvo alojado en la Casa de la Julianeta, "una casa especial, un sitio para crear muy especial", define. Su estancia allí le permitió conocer los entresijos de Albarracín y admirar los rincones a los que no llegó en sus nueve años anteriores de contacto con la ciudad.

"El encargo era crear un regalo, un objeto, que con no un desmedido valor económico, fuera muy especial", recuerda Miguel Ángel Pérez Arteaga, "que todo el mundo quisiera guardarlo y compartirlo. Y que tras el paso del tiempo pudiera ser revisitado y no fuera olvidado o incluso tirado", dice.

La idea inicial era crear una historia o cuento ilustrado pero desde Batidora de Ideas, que es la empresa que se ocupa de todo el diseño y la imagen gráfica de la Fundación Santa María, indicaron la necesidad de "incluir algún tipo de folleto, de manera separada, en el que aparecieran imágenes de los trabajadores de la fundación, que eran los auténticos protagonistas de la celebración y de los resultados conseguidos", comenta Pérez Arteaga, responsable de la empresa.

El resultado final es una pequeña caja, impresa con la frase "veinte años son veinte años" , vestida como se haría con algún tipo de joya. Y conteniendo un desplegable de 7 cuerpos que incluye un emotivo texto de agradecimiento del director de la fundación, Antonio Jiménez, e imágenes en las que aparecen cientos de personas que han tenido algo importante que ver con esta trayectoria, como representación de los miles que han participado en sus actividades.

La cajita lleva en la tapa la inscripción Veinte años son veinte años, un guiño de Grassa Toro al tango de Carlos Gardel en el que habla de que "veinte años no es nada". De hecho, esas dos décadas de historia de la Fundación suponen "una etapa muy importancia de la vida del pueblo".

Sintetizar

Carlos Grassa Toro en sus textos "hace como los expertos creadores de perfumes o de grandes vinos, destila los diferentes elementos con los que cuenta, para conseguir un concentrado que sintetiza todos los aromas, todos los sabores", explica Pérez Arteaga. A juicio del ilustrador, cada una de las palabras que se incluyen "lleva a diferenciar mundos" y crea "un recorrido a través de los paisajes, las personas y sus historias mínimas pero importantes, y la historia en mayúsculas".

Sus ilustraciones, que no tratan de reflejar el "Albarracín real" sirven para "maridar" . "A través de mis armas, los colores y las texturas, mi papel era evocar las sensaciones, los recuerdos y los sueños vividos en Albarracín, y compartirlos con todos aquellos que en algún momento han sentido lo mismo y no lo han podido o sabido expresar", asegura.

El resultado es un libro de muy sencilla lectura y evocadoras imágenes que llega al corazón de un niño pero también de un erudito porque ese era el objetivo de sus autores. La caja es el obsequio diseñado por al Fundación Santa María para los vecinos de la ciudad y también para sus colaboradores y amigos, pero que nadie espere encontrar allí una memoria o resumen de su actividad.

"Esta bien que este abecedario se detenga en el zaguán, que este recorrido no entre en casa de ninguna vecina, de ningún vecino, que todavía quede espacio para la intimidad, ese espacio donde se tejen sueños, deseos, dudas, donde nacen miedos y crecen las valencias, ese espacio para los interrogantes, para las respuestas, para el llanto y la risa, para el encuentro y el adiós, el espacio de cada vida". Zaguán es la palabra que cierra el diccionario.

Autor:M. C. A. Teruel