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La Mata, entre costuras

Lorenza Magallón junto a su hijo, Mario Lahoz, que es quien le propuso llevar a cabo la exposición y mostrar su trabajo a todos los vecinos de La Mata de los Olmos, donde residen.

Un centenar de vestiditos de unos 40 centímetros cosidos en papel de seda. Aunque parecen de muñecas, realmente forman parte de una colección de en torno a 135 piezas que Lorenza Magallón tuvo que presentar ante un tribunal en Madrid para obtener el título de profesora de Corte y Confección por el método Ferrer.

Un centenar de vestiditos de unos 40 centímetros cosidos en papel de seda. Aunque parecen de muñecas, realmente forman parte de una colección de en torno a 135 piezas que Lorenza Magallón tuvo que presentar ante un tribunal en Madrid para obtener el título de profesora de Corte y Confección por el método Ferrer. Sus piezas estaban elaboradas con tanta meticulosidad que no solo obtuvo una buena nota, sino que el público asistente le felicitó por su trabajo. Ella estaba que no cabía en sí de gozo, tenía 22 años y era la primera vez que salía de La Mata de los Olmos, su localidad natal

Ahora, 65 años después, su hijo Mario Lahoz ha recuperado las piezas de costura de una maleta, donde reconoce que las había guardado para evitar que sus hijas las usaran para vestir a las muñecas, para presentarlas a todos los vecinos en una exposición. Durante varios días los habitantes de La Mata tuvieron la oportunidad de saber cómo se preparó Lorenza Magallón para obtener el título, porque sus dotes para la costura eran bien conocidos ya que aunque fue la carnicera del pueblo toda la vida, durante muchos años enseñó a las mozas a coser por las tardes.

"A mí lo que realmente me gustaba era enseñar, más que coser", dice la anciana, que ahora tiene 89 años. Sin embargo, se ocupaba de la ropa de sus hijos y también a sus nietas les hizo vestidos, alguno de ellos incluso se pudo ver en la exposición. Su hijo Mario Lahoz explica que entre los patrones que preparó para el curso había un vestido de comunión que luego cosió a tamaño real para una niña.

Precisamente las lorzas de ese traje de comunión en papel de seda fueron una de las cosas que más costaron de realizar a la entonces alumna. "Eran en miniatura pero tenían las proporciones para hacerlo en grande", comenta Lahoz.

El examen consistía en decir todas las medidas de los trajes de memoria, según explica Lorenza Magallón. Coser en papel de seda es más complejo que en tela porque las roturas son más fáciles y no hay marcha atrás, si te equivocas hay que iniciar de nuevo la pieza. "El papel, si no lo cuidas mucho, se rompe, por eso cuando llegas a la tela la contemplas y la mimas porque estás acostumbrada al papel", manifiesta la mujer. Hacer los fruncidos en ese material es muy complejo, como bien saben todas las costureras que practicaron con láminas de seda.

Nadie en la familia siguió la saga costurera de Lorenza, que tuvo que conformarse con enseñar "lo básico" a su hijo Mario y a Cristina, la hija de éste. Sin embargo, la mujer es muy conocida en toda la zona porque sus enseñanzas están detrás de buena parte de los ajuares que cosieron las mozas de los años 50, 60 y 70.

Lorenza Magallón enseñó a coser a muchas mujeres de La Mata de los Olmos y los pueblos de alrededor pero tanto ella como sus profesores sabían que podría haber llegado más lejos en el mundo de la costura. De hecho, desde la academia Ferrer le ofrecieron ser supervisora de profesoras, trabajo que ella desestimó para seguir adelante con el negocio que había montado junto a su marido y atender a sus dos hijos.

"El mérito que veo en mi madre es que era de una generación de mujeres que no salían del pueblo, solo se dedicaban a su familia y ella tuvo el valor de salir para aprender durante año y medio costura en Castel de Cabra, donde había también otras alumnas, y luego ir a Madrid a presentar a un examen", relata Lahoz, quien destaca como "logro muy meritorio" la "capacidad y motivación para aprender" de la ahora anciana. Lorenza contó con el apoyo de sus padres en todo momento, quienes estaban muy interesados en dar estudios a sus hijas.

La profesora de costura guardó el material en una maleta y solo en algunas ocasiones se lo enseñó a su hijo Mario, quien se ocupó de ocultarlo cuando vio que la mujer se lo mostraba a sus nietas pequeñas: "Me dio miedo que lo usaran para vestir a las muñecas", dice. Los vestiditos permanecieron allí hasta este verano, cuando se planteó la exposición y Mario Lahoz sacó una a una todas las creaciones para plancharlas, algo muy laborioso según relata porque "estaban todas arrugadas y tienen muchos pequeños pliegues". La mujer no quería enseñarlas, pero su hijo la animó: "Yo tenía el orgullo de que había enseñado a muchas chicas de La Mata", asegura.

Los visitantes valoraron el trabajo y la capacidad de Lorenza para la costura. "Me he llevado una sorpresa muy grande porque todo el mundo ha ido a verla y me felicita y me da la enhorabuena, me he emocionado porque todos me han ensalzado", manifesta la profesora de costura.

Autor:M. C. A. Teruel