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El tiempo en sus manos

El estudiante alemán Christopher Rehage realizó un ‘timelapse’ durante un año y 4.500 kilómetros, durante un viaje a pié de punta a punta de China

Que la fotografía es una especie de billete de autobús hacia el pasado es algo bastante evidente. A través de las siete exposiciones que pueden visitarse en Teruel durante el IX Festival Teruel Punto Photo, que la Sociedad Fotográfica Turolense organiza durante este mes de agosto

Que la fotografía es una especie de billete de autobús hacia el pasado es algo bastante evidente. A través de las siete exposiciones que pueden visitarse en Teruel durante el IX Festival Teruel Punto Photo, que la Sociedad Fotográfica Turolense organiza durante este mes de agosto, uno es capaz de conocer historias que han ocurrido en otro lugar y en otro tiempo, revivir el Teruel de los años ochenta y noventa cuya actividad cultural bullía con el antiguo Festival de Cine o pasear con Jessica Lange durante los descansos de los rodajes en los que ha participado durante los últimos 25 años.

La técnica del timelapse supone una nueva vuelta de tuerca. Está basado en el mismo principio visual del stop motion que utilizó el turolense Segundo Chomón a principios del siglo pasado. Pero si en el segundo caso se trata de recrear una ficción a base de modificar elementos de un plano a lo largo de varios fotogramas, el primero consiste en recrear la realidad tal cual, tomando una misma fotografía a lo largo de un periodo prolongado de tiempo para después presentarlas seguidas y, así, concentrar en unos pocos segundos varios días, meses e incluso años. El timelapse hace de la fotografía una auténtica máquina del tiempo.

Esa es la temática de Timelapse, el encuentro de la fotografía y el cine, la exposición que puede visitarse en la Sala Multiusos de la plaza Amantes y en la que, a través de cuatro televisores, pueden admirarse cerca de una veintena de pequeñas joyas de este género.

Un par de ellas tienen factura local, como el realizado por Pedro Blesa en diversas localizaciones de Teruel durante la fiesta de la Vaquilla, o el proyecto Ball 1 y Ball 2 de Leo Tena y Toni Alcaine, en el que mediante un gran ojo de pez se registra la frenética actividad de la plaza del Torico en apenas unos segundos.

En la muestra también pueden observarse a algunos de los grandes maestros del género, como el ibicento José Antonio Hervás, que en una serie de espectaculares timelapses permite al espectador viajar por algunos de los parajes más espectaculares del mundo o disfrutar de unas espectaculares auroras boreales en movimiento acelerado.

Uno de los trabajos que más llama la atención de la exposición es el que llevó a cabo el artista holandés Frans Hofmeester, que grabó un pequeño fragmento de video de 15 segundos cada semana durante dieciséis años a su hija Lotte, desde que esta era recién nacida. Con ellos realizó un timelapse en el que en algo más de cuatro minutos asistimos al desarrollo de la pequeña durante toda su infancia, en una secuencia que provoca un tremendo vértigo existencial.

En una línea similar a los anteriores, y reuniendo las temáticas de viajes con la del paso del tiempo a través del ser humano, se expresa el teutón Christopher Rehage, que en 2007 realizó un viaje de punta a punta de China, a pié, documentándolo con un pequeño fragmento de vídeo casi diario en un proyecto que tituló The longest way. El resultado es un timelapse que en pocos minutos resume un año caminando a lo largo de 4.500 kilómetros

Otro de los timelapses más espectaculares que pueden disfrutarse en la exposición organizada y montada por la Sociedad Fotográfica Turolense es el correspondiente a la reconstrucción del World Trade Center de Nueva York tras el derrumbe de las torres gemelas. Un trabajo compuesto por cientos de miles de fotografías en alta definición tomadas a lo largo de nueve años, entre 2004 y 2013, que condensan ese periodo de tiempo en apenas dos minutos, durante los cuales asistimos al resurgir del nuevo skyline de Manhattan.

Frente al monitor en el que se levanta el edificio de más de 500 metros de altura se encuentra el más cercano a la entrada de sala, que está dedicada a la biología. Además de las puestas y salidas de sol, uno de los fenómenos más recurrentes en los timelapses y también de los primeros a los que se aplicó la técnica, por su valor pedagógico, es la botánica y la biología. A través de miles de fotografías tomadas desde el mismo lugar durante un periodo prolongado de tiempo asistimos al crecimiento de tallos, plantas, semillas y flores como si se levantaran cada mañana desperezándose como los humanos.

Autor:Miguel Ángel Artigas Gracia Teruel