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“Fue un rato muy bonito y me emocioné mucho al verme tan arropado”

Ángel Salvador Abril, a las puertas del convento de las Carmelitas

Ángel Salvador Abril, hermano mayor honorario de la Hermandad de Nuestra Señora de la Villa Vieja y de la Sangre de Cristo desde 2006, fue el encargado de dar inicio a la rompida de la hora al mediodía del pasado Viernes Santo en la plaza de la Catedral de Teruel.

Ángel Salvador Abril, hermano mayor honorario de la Hermandad de Nuestra Señora de la Villa Vieja y de la Sangre de Cristo desde 2006, fue el encargado de dar inicio a la rompida de la hora al mediodía del pasado Viernes Santo en la plaza de la Catedral de Teruel.

Fueron el secretario de la hermandad, Manuel Abad, y la presidenta, María Dolores Atienza, los que le encargaron este cometido como miembro más antiguo de la misma. En ese momento, accedió con la simple intención de colaborar una vez más en el desarrollo de los actos de la Semana Santa de su ciudad. Pero en los minutos previos a coger el mazo para golpear el bombo construido por su amigo José Ubé, fallecido el año pasado, comprendió la relevancia del momento y no pudo evitar emocionarse.

- ¿Qué supuso para usted dar inicio a la rompida de la hora en Teruel?

- Me lo dijeron dos o tres días antes Manolo y mi sobrina Mari Loli, y yo les dije tan campante ¡claro que sí! Pero lo saboreé allí, al verme con el bombo que construyó José Ubé. En ese momento, al verme arropado por mi mujer Antonia, mis hijos y los miembros de la hermandad, me emocioné mucho porque me vino a la memoria Pepe, porque fuimos amigos toda la vida, incluso algo de familia, y los dos carpinteros. Así que nos echamos a llorar con su hijo.

Entonces, antes de dar los primeros mazazos al bombo, empecé a saborear el hacer el pase de la rompida. Cuando terminó todo, el personal, los conocidos de Teruel de toda la vida, vinieron a darme la enhorabuena. Fue un rato muy bonito y me emocioné mucho, mucho.

- Usted forma parte de la hermandad desde la cuna...

- Toda una vida, desde que nací el 31 de julio de 1929. Mi abuelo y mi padre ya eran de la hermandad. Cuando vino la guerra, nos evacuaron a toda la familia a Valencia. Previamente mi padre, cuando entraron a Teruel "los rojos", como entonces se decía, escondió el hábito y la medalla en unas alacenas de la casa que estaban colocadas encima de un fuego bajo ante el temor de que entraran y pensaran que era cura.

Cuando volvimos a Teruel, entramos en casa, que la habían destartalado, y mi padre fue a mirar y el hábito y la medalla seguían allí. Incluso la medalla se había puesto muy fea de estar allí guardadica tantos años.

- ¿Y todavía conserva el hábito que perteneció a su padre?

- Cuando se retomaron las procesiones, en 1941 o 1942, lo volvió a llevar mi padre y a mi me hicieron uno. Pero al morirse mi padre, me puse ese hábito y me resultaba tan acogedor, que lo he llevado hasta el año pasado, cuando salí en la procesión de La Condena, que va de San Martín a la Catedral el Lunes Santo. Este año ya no he ido porque ya me pesan las piernas...

- ¿Pero ha seguido como espectador las procesiones de la Semana Santa?

- Sí, ahora me toca disfrutar de estos actos de otra manera, porque no puedo estar mucho rato parado de pie, aunque echo de menos salir en la procesión. El día de Jueves Santo, como no podía estar derecho viéndola, me senté junto a mi mujer en las gradas que colocan en la plaza de la Marquesa con una almohadica para verla pasar.

- Y un día después, protagonizó la rompida de la hora. Pero esa no es la primera distinción que recibe por parte de la hermandad...

- En 2006, recibí un diploma como hermano mayor honorario por mi contribución a la hermandad. He formado parte de la junta y he colaborado con todas las que ha habido, especialmente bajo la presidencia de Manolo Abad. Además, toda mi familia pertenece a la hermandad, incluidos mis dos hijos y mis nietos, aunque ahora algunos de ellos trabajan fuera y no pueden estar en Teruel en Semana Santa.

- Entre sus contribuciones se encuentra la construcción de la peana para la Virgen de la Asunción, conocida popularmente como la Virgen de la Cama, patrona de la hermandad, que procesiona cada 15 de agosto desde 2002...

- Cuando se retomó esa procesión bajo la presidencia de Manolo Abad, se pensó en construir una nueva peana para la Virgen. Pero para eso hacía falta contar con dinericos, que eran pocos, y hacen falta muchos para estas cosas. Así que pensé en hacerla yo. La peana es sencilla porque para portar la imagen tan solo hacen falta 12 personas, no como la del Ecce Homo, que necesita más de 50. La hice con arreglo al tamaño de la Virgen, que además va echada, y la forré con molduras. Se guarda en la iglesia de San Andrés y se saca de año en año.

- ¿Y no cobró por ese trabajo?

- ¡Nada, ni pensamiento! El presidente quería pagarme al menos los materiales, pero me negué porque para mí era un orgullo poder hacer esa peana.

- ¿Su oficio ha sido siempre el de carpintero?

- Sí, no he tenido otro oficio en toda la vida que el de carpintero. Empecé en la escuela de Artes y Oficios y con 13 años ya entré a trabajar en un taller de carpintería. Al venir de la mili, mi padre me preguntó si quería volver a trabajar en el mismo taller, pero mi obsesión era contar con uno propio. Así que le dije que me gustaría buscar un local para establecerme y él me lo buscó. Estaba en la calle Ayora y allí trabajé toda la vida, hasta que pude jubilarme a los 65 años.

Autor:Alicia Royo / Teruel