Síguenos

"La riqueza arqueológica de las tierras turolenses siempre me ha sorprendido"

Ferrán Arasa junto a una piedra con inscripciones en latin

Ferran Arasa es Profesor Titular de Arqueología del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Valencia.

Ferran Arasa es Profesor Titular de Arqueología del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Valencia. Recientemente fue invitado a La Iglesuela del Cid para explicar a los alumnos-trabajadores del Taller de Empleo "Un pasado con futuro" lo que se conoce del asentamiento íbero-romano de "El Morrón del Cid" en el cual van a intervenir.

Ferran, ¿Cómo llegó usted a la arqueología?

Mi relación con la arqueología es totalmente vocacional. Desde muy joven empecé a interesarme por los restos materiales del pasado mediante lecturas y visitas a yacimientos arqueológicos, de manera que cuando llegué a la universidad tenía muy claro qué quería estudiar. Después, con el tiempo y mucho trabajo llegué a ser profesor de arqueología en la universidad, por lo que todo se lo debo a ellos.

¿Y cómo conoció el yacimiento de la Iglesuela del Cid?

Lo conocí leyendo, que es como se podía acceder a la información por entonces, y como mi familia es de Villafranca (Castellón), que está muy cerca de La Iglesuela, ya de muy joven empecé a visitarlo haciendo los viajes con bicicleta y a pie. Por entonces todavía vivían en la casa anexa a la ermita y cultivaban los bancales del interior del yacimiento y de los alrededores, trabajaban la tierra con arado tirado por animales y salían muchos restos, sobre todo de cerámica.

¿Qué tipo de asentamiento era, qué importancia tuvo en su contexto territorial?

Por sus condiciones defensivas, la gran visibilidad de su entorno, la cercanía de un curso de agua y de tierras para el cultivo y la proximidad de una fuente, el Morrón del Cid debía reunir las condiciones óptimas para el hábitat desde la Prehistoria. Que sepamos, estuvo ocupado al menos desde el Calcolítico, en el III milenio aC, y posteriormente en todos los periodos culturales hasta la Edad Media, aunque no sabemos con seguridad si de manera continuada.

Pero hay dos fases en las que el yacimiento, o al menos los restos que de él nos han llegado, parecen haber sido más importantes: con la cultura ibérica, cuando se convierte en un destacado asentamiento fortificado u oppidum, del que nos han llegado tres inscripciones; y en época romana, cuando tras la conquista continua ocupado y en el periodo imperial se constituye como un núcleo destacado del poblamiento rural, posiblemente un vicus, en el que residían familias que perpetuaron su memoria mediante la erección de al menos un monumento funerario, del que nos queda un lienzo integrado en los muros de la ermita, y cuatro epígrafes latinos.

¿Qué trabajos ha realizado en el yacimiento?

Mis trabajos se limitaron a la prospección del yacimiento y su entorno en mi juventud, en la década de los 70 y principios de los 80, cuando pude recoger un lote de materiales arqueológicos que –después de clasificar e inventariar- entregué al Museo de Teruel, y a la documentación de las inscripciones y restos arquitectónicos y escultóricos pertenecientes al monumento romano.

¿Qué materiales se han encontrado?

Muy variados, en la bibliografía antigua se citan monedas ibéricas, romanas y árabes; también hay noticia del hallazgo de un anillo y una lucerna. Pero el yacimiento está muy arrasado y en el pasado mucha gente se debe haber llevado cosas. Los materiales que yo pude estudiar son sobre todo fragmentos cerámicos, que nos proporcionan información de gran interés sobre los periodos de ocupación del yacimiento, así como algunos metálicos, de vidrio, hueso y sílex.

¿Qué diferencias hay entre sus primeros pasos en la arqueología y las nuevas técnicas que se están aplicando actualmente?

Evidentemente se ha avanzado muchísimo, como en todas las disciplinas científicas en general. Por ejemplo, ahora en los trabajos de prospección se utiliza el GPS para la localización de los hallazgos; en los estudios sobre el territorio, poblamiento y vías de comunicación se emplean los Sistemas de Información Geográfica; y en las excavaciones, el método Harris. Ninguna de estas cosas existía cuando yo empecé a recorrer estas tierras en mi bicicleta buscando yacimientos arqueológicos.

¿Necesitará el yacimiento una nueva excavación después de los trabajos que ahora se lleven a cabo?

Depende del alcance de estos trabajos, pero posiblemente sí que convendría acabar de excavar aquellas partes que pueden ayudar a su puesta en valor, así como realizar algunos sondeos más para comprobar el estado de conservación del yacimiento y obtener el máximo de información sobre su historia. Después de todo ello se podrá evaluar la necesidad de nuevos trabajos. Pero junto a las excavaciones, donde las administraciones deben hacer un esfuerzo sostenido en el tiempo es en la conservación, protección, mantenimiento y limpieza de las ruinas. Todo ello es fundamental para la puesta en valor del yacimiento, su adecuación para la visita, con la señalización de itinerarios, paneles explicativos, etc.

En la actualidad, ¿sigue vinculado a la investigación arqueológica de los yacimientos del Maestrazgo?

En la investigación arqueológica he estado mucho años, y sigo, vinculado a la vecina comarca castellonense de Els Ports, donde he dirigido las excavaciones de un pequeño municipio romano que estuvo situado en Forcall. La riqueza arqueológica de las tierra turolenses siempre me ha sorprendido, y me hubiese gustado encontrar colaboración para realizar trabajos en equipo. De todas maneras, siempre he mantenido contacto con la gente de La Iglesuela del Cid, y he colaborado con ellos en las actividades que me han pedido: publicaciones, charlas y visitas guiadas. Y seguiré haciéndolo gustosamente.

Autor:Cristina Mallén / Cantavieja